martes, 24 de noviembre de 2015

ANTOLOGÍA CONCURSO DE CUENTOS BALDOMERO LILLO 2015

PRIMEROS LUGARES:

CATEGORÍA III-IV MEDIO:

Mira Niñita.


Constanza Serón N.






Una mujer murió. Murió ahogada en el silencio, apuñalada por mentiras, intoxicada por copas de vino, secuestrada por la soledad, colgada en un ideal. Mujer enfermó por sobredosis de lágrimas, con manos temblorosas, con miradas al vacío, sin sueño y en cama fría.
Mujer quedó sola en el monte, hijos lejos, familia y esposo fallecidos, la maleza llenaba su patio y el polvo cubría su casa, como queriendo ya cubrirla a ella. Mujer siempre había limpiado todo con esmero, siempre vio cada partícula de polvo, olfateó hasta el hedor más suave, enderezó cada cuadro y dobló cada prenda de ropa. Ahora el saber se nublaba, el cuerpo se cansaba y solo sus manos olían a jabón, el resto se pudría en el tiempo.
Hace ya unos años sus hijos no iban a verla. Mujer estaba sola con su esposo  que solo recordaba el ayer, hablaba cada día más fuerte de los Pinochet y los Allende. Mujer leía la Biblia todos los días, reflexionaba mucho y sonreía poco.
Habían sido unas amargas vacaciones de invierno, solo su hija; la segunda de los tres hijos que eran, había ido a verla, y solo con su hija menor. Nieta ya era adolescente y fruncía el ceño demasiado seguido. Mujer supo que su hija no volvería.
En estas vacaciones de verano,  al fin Hija le había llevado a su primogénito, un hermoso niño de 6 años. Mujer fue feliz mientras estuvo con él, pasearon por la pampa, intentaron cocinar, rió junto a su hermana, esposo, hija y nieto, una luz de esperanza alumbraba sus arrugados ojos.
Esposo tuvo un pre infarto, Mujer dormía a su lado todas las noches en el hospital, cuando se recuperó aprovecharon de pasar una semana en casa de Hijo mayor, compartió lo más que pudo con sus nietos, ya estaban creciendo y luego sería tarde. Hijo mayor la reprochó por su actitud con Hijo menor, discutieron fuertemente porque Nieta mayor era igual a su tío. Fue la última vez que vio a su hijo y a esos nietos.
Hijo menor llamó en su cumpleaños 65, se disculpó por no haber ido a darse una vuelta, preguntó cómo estaba y si necesitaba algo. Te casaste, le comentó ella, te envié una invitación y te llamé, pero creo que  fue muy ingenuo de mi parte… ¿Tienes hijos? , sí le dijo Hijo menor con tono de miedo. Mujer se mordió la lengua para no gritarle el “maricón” que le quemaba la garganta y cortó enfurecida. ¿Cómo se le ocurre hacer hijos así? Asqueroso. Me abandona con esa sonrisita que tiene para ir a casarse  y vivir en ese país de pecadores ¿Qué hice Señor, qué hice para merecer esto? Se cuestionaba Mujer mientras se hundía en su sillón, apretando sus blancas manos.
Hubo un gran asado en el campo, Mujer y toda su familia, junto a la familia de Hijo mayor despedían a Hijo menor que viajaba a Europa. Esposo se encargó de la carne y Mujer hizo las empanadas, el arroz y las ensaladas en compañía de su hermana, Hija y Nieta mayor. Los otros nietos corrían por la pampa persiguiendo una pelota y Mujer se engañaba a sí misma, negando el por qué su hijo se marchaba, para poder sonreír ante la ternura de sus nietos.
Era el gran día, al fin se mudaba a su querido campo junto a su esposo, sus hijos ya se las podían arreglar solos. Había añorado ese momento de paz hace mucho tiempo, se regocijó entre los muebles nuevos, la casa limpia, el silencio del bosque, el dormir hasta el mediodía, viviría su vejez con tranquilidad.
Cincuenta años habían pasado por su cuerpo y estaba orgullosa, tenía energías, su matrimonio prosperaba, a sus hijos les esperaba un gran futuro. Solo Hijo menor estaba confundido, pero eso no importaba, era una líder en su comunidad, Hijo mayor ya era doctor, y ya no había botellas de vino en casa.
Fue una noche intensa, la tensión de semanas había estallado. Estuvo al borde del divorcio, fue una discusión familiar, hubo gritos, lágrimas, le sacó en cara a Esposo casi todas las penas que le había hecho pasar: había criado a sus hijos sola, trabajaba como mula y nunca le agradecía nada, era menospreciada y humillada. Hijos suplicaban que no hubiera divorcio, y Esposo prometió cambiar luego de haber intentado quitarse la culpa.
De nuevo Mujer había peleado con su esposo, la culpó de lo mal que criaba a sus hijos, que les daba muchos permisos, que no debía ordenarles las cosas porque se ponían flojos, que además Hijo mayor estaba tomando mucho e Hijo menor se estaba poniendo raro. Esa noche, nuevamente, Mujer destapó la botella de vino para poder conciliar el sueño.
Ya era la tercera vez que Mujer escuchaba a Hija e Hijo menor conversar y llorar juntos, no sabía qué pasaba. Debe ser la adolescencia, entre ellos se entienden. Pero aún así Esposo ni Hijo mayor pasaban las noches en casa y ella no dormía, miraba el techo y pensaba, pensaba en silencio sin querer pensar de verdad.
Hijo menor había entrado al colegio, era lo más bello que tenía, incluso si Esposo se había quejado al saber de su embarazo -la plata no alcanza para cinco le había dicho él-, pero Hijo mayor ya salía y estudiaba demasiado e Hija mantenía la puerta de su pieza con seguro. Esposo trabajaba, comía, se juntaba con amigos y dormía. Ella salía casi todos los días a  diversas actividades, de vecinos, de parroquia, gimnasio y reuniones.
Las buenas noticias se juntaban. Esposo había conseguido el ascenso luego que ella le hubiese dicho que su segundo embarazo era una niña, la vida les sonreía, ahora Mujer se sentiría más útil, pasaba demasiadas tardes sola escuchando el silencio de las paredes.
Mujer había tenido que volver a trabajar, su primer hijo debía ser operado de la columna y el sueldo de Esposo con suerte alcanzaba para pagar la nueva casa. Mujer amamantaba, trabajaba, llevaba a su hijo al hospital, y debía tener la comida lista para su esposo que trabajaba horas extras. Hijo mayor quedó maldecido con el odio inconsciente de Mujer y Esposo.
Habían llegado a la ciudad, la feliz pareja se esforzaba  para poder costear la vida urbana, todos en el campo los felicitaban, el orgullo y la esperanza le daban fuerzas a Mujer para cargar con el hijo que llevaba adentro y adaptarse a ese nuevo mundo, hostil y desconocido.
Mujer vestía de blanco, caminaba llena de felicidad hacia el altar, se casaba con el hombre de sus sueños, haría sentir orgulloso a su padre que la miraba desde el cielo. Todos eran felices, el arroz que luego llovió sobre sus hombros y esa mano fuerte que sujetaba la suya le hizo sentir más completa que nunca.
Tenía 17 años y su padre al fin podía descansar en paz luego de la tormentosa enfermedad, pero Padre no se fue en silencio, no huyas de los problemas hija, afróntalos, habla, no tengas miedo. Y ama, ama porque es lo más lindo que hay en esta vida. Mujer no entendió.

CATEGORÍA II MEDIO:
Malena Canta El Tango
Alexandra Fernández K. 


Andrés Morano, rubio como un negro, sucio como un rey; había vivido toda su vida bajo el puente inglés en una ciudad de América; vivía como un rey, tenía internet y cable, se había casado con una sacerdotisa de la iglesia cristiana de Afganistán y juntos eran inmensamente ricos, ella vendía piedras, y él vendía latas.
Pobre de Antonio cuando murió su esposa, porque claro, no se llamaba Andrés, se llamaba Antonio, pero todos lo confundían con Ignacio su gran parecido. Cuando murió su señora sacerdotisa, asistió al velorio hasta el papa, quien nunca había entrado a la iglesia; pero como todos lo confundieron con Ignacio, le decían de cariño Andrés, o Antonio, o tal vez, Alejandro.
Pobre de Alberto, estuvo en intensivo tratamiento después de que su esposa lo había dejado por un comerciante de Puerto Rico; bueno, ya se veía venir, después de que la hermana de Antonio le hubiera dicho que la había visto cenando camarones con Alejandro.
Pobre de Agustín, su hija había muerto de un tumor cerebral, luego de ver a una vaca volar sobre el tejado de su casa. El hermano de Antonio se había comprado una casa con su esposa Elena Flores, que junto con su esposo Elena Flores, el cual todos confundían con la hermana de Antonio, la que se llamaba Elena Flores, y a esta la nombraron así, porque su madre se llamaba Elena Flores, la que había heredado su nombre de su hijo Antonio, el cual se llamaba Elena Flores.
Pobre de Arturo, ya no podía ver a la monja de su señora vestir short cada día, sobre todo porque los combinaba con tacones y esta al entrar a la Iglesia se tropezaba con el peldaño del Cabaret.
Pobre de Abelardo, miró la punta del dedo de su señora, la cual estaba demacrada y por esta razón era muda; lo peor de todo es que pasaba todo el día charlando con sus amigas por el teléfono inalámbrico. Y su hija, ¿cómo no vamos a nombrar a la pobre de su hija? Era ciega, más que el abuelo, pero chateaba todos los días con su novio a través del teléfono.
Pobre de Adán, ya no lo soportó más, tomo sus ramas y hecho andar, dejando atrás a sus diez esposas y su único hijo; recorrió el bosque, donde se encontró con una serpiente, la cual era ángel y le dijo que era diablo; le tomó el alma y salió cascando.
Pobre de Adolfo, todos lo confundían con Antonio, o más bien Alberto, que se apellidaba Agustín, ¿o era Alejandro? No, si se llamaba Adán, ¿o era Alberto? No, definitivamente era Andrés, como sea, es el mismo, es el rey que camina en la calle disfrazado de payaso de la mano con su esposa, la reina de Inglaterra, y juntos viven felices en su palacio bajo el puente.

CATEGORÍA I MEDIO:
La lágrima del elíxir    
Natalia Peña R.


  
Me encontraba acostado mientras una Machi estaba parada a mi lado, pues era la responsable de recordar mi oscuro pasado: Yo era un niño indigente, vivía con mi madre en una iglesia llamada “Iglesia San Francisco” construida en el año 1771 por los Jesuitas en la ciudad de Castro, Chiloé. Era un niño un tanto extraño, mi madre me contaba que desde pequeño jugaba y hablaba con la estatua de una virgen que se encontraba en el lugar, ella no me molestaba ya que en ese lugar no habían más niños de mi edad con los que pudiera jugar. Pero mi versión de la historia es diferente, mi madre no sabía que yo veía llorar sangre a esa virgen todas las noches, ella me hablaba una cantidad de cosas que no lograba comprender.
Un día la estatua puso una condición para que yo pudiera seguir hablando con ella, si no lloraba sangre, no hablaría y se le había acabado la suya. Al ser mi única compañía no dudé en darle un poco de la mía, así que me hice un corte en el dedo y le vertí de mi sangre en uno de sus ojos. En ese momento pude sentir que algo entró en mi espíritu, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, antes no podía comprender, ahora sí, se había introducido en mí un demonio.
Cometí muchos delitos de los cuales no era consciente, maté, violé, mutilé gente inocente, incluso creo que de mi salió una leyenda de un tal Trauco. Lo peor que hice fue quemar la iglesia con muchos indigentes dentro, incluyendo a mi madre, salí con vida, “a salvo”, pero todo tiene sus consecuencias, la mía es tener que cargar con este cuerpo deforme. El demonio no volvió a aparecer en mi de un día para otro, como si nada o eso creía.
Mientras observaba a la Machi, ésta comienza a cambiar su forma por la de la estatua de la virgen; en ése momento, ella comienza a llorar sangre, de la cual alguna vez fui dueño, me entierra una cruz de madera en el pecho. Aparece otra virgen, la cual me provoca una sensación de paz, me toma y me lleva a un túnel con un final luminoso, me estaba llevando al cielo, fue un momento hermoso, inolvidable e irrepetible. Desprevenido, la virgen sangrienta, me agarra por la espalda, en este preciso momento todo se torna oscuro frente a mis ojos, no sé qué está pasando, pero no siento miedo. Una infinidad de sentimientos demoniacos recorren mi mente, siento que caigo de un acantilado y al fin puedo abrir los ojos, intento moverme, no puedo, me veo a mi cuando pequeño y me estoy hablando… ¿Me estaré volviendo loco?, ¡no puedo responderme!, veo que una lágrima de un rojo oscuro recorre mi mejilla y lo comprendo…Soy la estatua de la virgen, he vuelto al pasado, estoy dentro de la Iglesia que quemé en un pasado o en un futuro, no lo sé, dentro de este cuerpo de yeso solo sé que necesito sangre de ese pequeño que está frente a mi…para liberarme de este demonio.

CATEGORÍA 8º BÁSICO.
La carta anónima.
Francisca González V.



“Me dirijo a ti para que reacciones:
Vagando por cierto lugar, me puse a pensar en toda la gente que he conocido en mi vida; si lo piensas de una manera literal como la mayoría de las personas, responderías: unas mil, dos mil, quizás hasta tres; pues me temo, que si este fue tu primer pensamiento, dejes este fragmento en otro lugar y no pierdas tu valioso tiempo. 
Si por el contrario, comenzaste a buscarle un sentido más metafórico a esta historia y realmente analizaste la situación tan simple que acabo de presentarte, sigue leyendo; pues este escrito es para ti.
Parte 1: Mi nombre, edad u orientación sexual suele confundirse con una mujer de cierta película perteneciente al cine francés, pero ella es completamente diferente a mí, al igual que tú, al igual que todos.
Y antes de que puedas especificar las etiquetas que llevas implantadas en tu cabeza de manera predeterminada, déjame decirte que no, no soy todo lo que se espera de una mujer, de una joven, de una persona de clase media, soy más que eso… soy como tú.
Parte  2: Trabajo, como, duermo y respiro, intento esconder la tragedia que me persigue por la pérdida de mi hermano, mi amor por los arreboles y el cine francés, también la ceguera frente a las jerarquías sociales, entre otras cosas. (Pienso mucho, digo poco)
Parte 3, ¿o 2,5?: 
7:00 a.m. suena "témpera" de Manuel García, mi canción favorita para despertar los días miércoles, es un casi utópico amanecer desde mi habitación, es mi clima favorito: soleado pero con mucho, mucho viento; desayuno, ducha, maquillaje, ropa, autobús.
Marcan las 8:30 a.m. y ya estoy llegando a las cuatro paredes blancas en el centro de la ciudad, ventanas colosales, zaguán llamativo, cada mesa acomodada perfecta y de manera tan simétrica que comienzo a cuestionarme sobre si esto fue hecho por un ser humano como tú o como yo.
Son las 8:45 y me encuentro caminado hacia mi jefe, y esto ocurre:
"- Buenos días señor Hudson 
- Buenos días, prepara tus cosas, las personas están a punto de llegar. " 
Sigo de largo, siempre he odiado las jerarquías impuestas por alguien como él: "si no eres rubio y no tienes  un apellido importante, eres la nada misma, así son las cosas aquí y deberías resignarte." esas palabras resuenan en mi cabeza como la imagen que tiene un borracho, de la muchacha más guapa del lugar, la de un alcohólico por la botella o de un masoquista por el dolor propio.
Me quedo callada y sigo de largo hasta mi metro cuadrado: me recojo el cabello, ordeno necedades y a trabajar, como la mesera que soy, como la empleada que soy, como la joven abnegada que soy, como la nada que soy.
9:00 a.m.: las personas ya llegaron, todas de alta alcurnia, etiquetadas en pequeñas casillas; Pero sólo soy la encargada de recibir pedidos en pequeñas hojas de papel para que alguien más los cumpla, y yo poder entregarlos como si nada (además de recibir la propina)
De pronto me dirijo hacia la mesa número 4, ubicada en la esquina diagonal derecha, posee la vista más bella que he vislumbrado en mucho tiempo (¡Vaya, que suerte tienen algunos!), son 6 personas, tres adultos, una joven, un niño y una niña; los comentarios de éstas son siempre iguales, casi simétricos: cuarenta y dos risas, dos silencios incómodos, una infinidad de muestras de cariño, treinta y ocho sonrisas obligadas, catorce abrazos, y ni una sola verdad.

- La especialidad de la casa, querida, preocúpate de que tenga muchos camarones, dice la dama que aparenta ser agradable con todo aquello que se le presente
- Lo haré, que disfruten - y las comisuras de mis labios esbozan una sonrisa sin terminar."
Retomo mi camino hasta el lugar indicado para recibir los pedidos. Luego atiendo a la pareja de la mesa 2, por su conversación logro captar la impotencia de la mujer al enterarse del próximo viaje a Europa de su marido, prefiero pasar de largo, como siempre. 
9:20 a.m.
De pronto percibo el "ph" de la saliva de Nicolás, me hundo en la inmensa quietud de esos ojos pardos.
- ¡Hey!, el pedido de la mesa 4 está listo, encárgate, nos vemos luego. 
(Mi corazón late rápido, maldito mujeriego, sólo es un hombre que trata de comprender a las mujeres sin tener que quererlas, sacando cómo principal excusa su soledad, aún así me fascina cada vez que lo veo). Me dirijo hacia la cocina, sostengo cuidadosamente el plato de camarones que es el primero en estar listo, hora de volver, sin más preámbulos me pongo en marcha.
Es un pasillo muy largo para llegar a la sala principal, tanto así que cada vez que crees que te acercas al final, aparece otra puerta que te impide llegar a la misma; Cansada de esto decido ir un poco mas rápido.
Marcan las 9:30 y por fin abro cuidadosamente la puerta final.
 Desde pequeña fui criada con la idea de que no debía hablar con extraños por internet,  ni aceptar dulces y si por alguna razón, un niño me golpeaba y molestaba, era porque gustaba de mí, lo que nunca me enseñaron fue que esos extraños me aceptaban más que los amigos de mi propia realidad, los enigmáticos dulces son ahora mi único sustento, aun siendo ilegales, y el verdadero nombre de aquello, es violencia, no amor.
¡Oh no! Sabía que debía usar los zapatos de siempre; en menos de un segundo me doy cuenta de la situación: estoy en el suelo en medio de la nada y con la bandeja con camarones a metros,  no puedo evitar el vuelco en el estómago (¡Que poca dicha!), las miradas de las personas puestas en mí con ojos de asombro, vergüenza ajena, pero por sobre todo, risas y burlas, maldita sea, debería ser ilegal ser tan torpe e ilusa.
9:40: Llevo recordando el hecho de hace diez minutos, tanto tiempo, que mi reloj aún marca las 9:30 y pienso que lo hará por siempre. Se escuchan pasos.
A veces pienso en la inutilidad de las personas – dice una voz imponente, persona desconocida que probablemente viene aquí para reírse de mi desgracia.
- Disculpa, ¿Estás sorda? Ve a la mesa 6 y me atiendes.
Omito comentarios y me dirijo hasta donde me indicó, ocurre algo así:
- Necesito veinte y cuatro papas duquesas, el vino más caro y bueno que tengan, preferentemente hecho con uvas  de California, cambien las servilletas por unas de color gris, doce camarones y un trozo de carne.
¿Desea algo más? – digo, casi con ganas de ahorcar a este completo y odioso desconocido.
-Sí, un pastel de zanahoria con coco, naranja y jengibre
– Oh  no, pienso, ¿Qué hago en estos momentos cuando no hay este tipo de pastel?
-Lo lamento señor, pero no contamos con ese postre.
-Pues lo harán, por que yo lo pido – Es su única respuesta, colma mi paciencia.
-Me temo comunicarle que me es imposible llevar a cabo ese plato.
-Pero lo quiero – me responde.
-Y yo quiero que usted me comprenda a mí – le reafirmo,
 -¡Pues es esto el colmo!, que barbaridad más grande.
-Podría ofrecerle un corte de manzana a mitad de precio.-Una manzana templada, es exportada y con un exquisito sabor; incluso un mousse de chocolate.
Es esto el colmo! – Dice y se levanta de su lugar, me mira, sus ojos centellean, me vuelve a mirar, me contengo para no abofetearlo y se aleja por la entrada principal”
Así decía la carta que recibí por mi cumpleaños de parte de un anónimo, puesta en el buzón de mi hogar, me llamo Milene, curso el primer año de universidad. Con esta carta llegué a la conclusión de la simpleza del escrito, aquel hombre era un inconformista, vivió siempre su vida de igual manera.
Hago público la presente carta, con el fin de encontrarte, ya seas el hombre del restaurante, la mesera, o el fiel desconocido que intenta cambiar al mundo con mínimos gestos, sin que el mundo lo cambie antes.

CATEGORÍA 6º-7º BÁSICO:
Felicidad en los colores
Emilia Ramírez.   



Nadie sabe cómo, o por qué pasó, simplemente sucedió.
Todo el mundo se encontró sumergido en el pánico de un momento a otro, se rumoreaba que la NASA había encontrado un agujero de gusano que los llevaría a una dimensión paralela, o al menos, eso se creía.
Para todos, ir a un lugar desconocido era una verdadera tragedia, excepto para Ayira, una niña que no tenía muchos amigos, sus compañeros la ven diferente por su color de piel, pero en el fondo, ella era igual que todos, era alguien cuyo mayor deseo era convertirse en una famosa escritora, pero tenía miedo de no ser aceptada por los lectores del mundo. Por eso tenía la esperanza de que en aquella nueva dimensión las personas o lo que hubiera allí, fueran diferentes.
La niña tenía una amiga, Mei Ling, ella viene de China, tampoco la aceptan, así que ella y Ayira se llevan muy bien.
El supuesto día había llegado, la familia de Ayira estaba reunida en la sala de estar, todos muy abrazados y nerviosos. Hasta el momento, la niña no había pensado en la verdadera posibilidad de que todos murieran, o al menos algunos, si ella sería parte de los difuntos, o peor aún, su familia.
Eran las 10:00 de la mañana y el cielo comenzó a oscurecer lentamente, luego el piso se comenzó a mover y una fuerza muy extraña hizo que se abrieran todas las puertas y ventanas de la casa. Después comenzó a correr un viento de una magnitud impresionante, que hizo que la madre de Ayira se despeinara completamente. Estos eventos siguieron hasta que pasó aproximadamente media hora. Al final todo paró, pero ya no estaban en el mismo lugar. El cielo era verde y la tierra de color morado, eso fue lo que la niña alcanzó a divisar antes de que su madre perdiera la cordura por completo. Se veía muy asustada, corría y gritaba por todos lados hasta que algo muy raro pasó: ¡Su piel se volvió de color anaranjado! Miró a su padre y notó que se había puesto verde. Ayira muy contenta corrió frente al espejo esperando que su piel cambiara de color, pero no pasó nada, seguía igual de café como todos los días.
Se dirigió muy triste a su habitación, no lo podía creer. En estos momentos la única persona que la podía hacer sentir bien era Mei Ling, así que decidió ir a visitarla, puesto que era su vecina.
Salió corriendo en dirección a la casa de Mei Ling, tocó el timbre y ella abrió la puerta, al verla, Ayira explotó en llanto, dado que su amiga era de color rosado. Se abrazaron y recordaron que debían ir a la escuela. Mei Ling cogió su mochila, acompañó a su amiga a buscar la suya y partieron a su lugar de aprendizaje.
En el camino se toparon con Anastasia y sus dos crueles compañeras: Jacinta y Micaela. Estas tres personas tenían el súper poder de hacer sentir mal a cualquier ser vivo en menos de diez segundos. Se miraron entre las cinco y luego, siguieron su camino dejando a las tres rojas figuras que acababan de ver. Era increíble, se vieron por diez segundos y no les dijeron nada, así que siguieron muy tranquilas su camino. Al llegar a la escuela, la maestra les pidió a todos que escribieran un cuento, Ayira recordó el mejor de los suyos y lo escribió. Al terminar la actividad, la maestra leyó todos los trabajos, y le pidió a la niña que leyera el suyo en frente de toda la clase. Ayira estaba muy nerviosa, ya que su mayor temor era no ser aceptada, pero de todas maneras, se armó de valor y lo leyó fuerte y claro. Cuando finalizó su lectura, todos la aplaudieron, incluyendo al trío rojo del mal, al parecer, en esta nueva dimensión ella era aceptada. Comenzó a estar rodeada de gente, dejando completamente apartada a Mei Ling. Los días pasaron, Ayira se dejó influir por la popularidad, comenzó a hablar mal de otros en sus cuentos, mencionaba los secretos que a veces le contaban y cuando se quedó sin historias, comenzó a contar los secretos de Mei Ling. Eran tantos que ahora toda la escuela conocía a fondo la vida íntima de su ex amiga. Mei Ling estaba furiosa, así que le escribió una nota a Ayira que decía el secreto más íntimo que había guardado, que sorprendentemente no era sobre ella, era sobre Ayira. Fue corriendo a entregársela a su casa tocó el timbre, dejó la nota en el suelo y en un segundo ya había desaparecido. La niña abrió la puerta y leyó la nota que decía en letras mayúsculas “¿quieres otro secreto? Pues cuenta uno tuyo, aquí lo tienes. Eres adoptada. ¿Lo sabías? Lo escuché de tus propios padres conversando con los míos. Suerte con tu próxima edición. Con mucho desprecio, Mei Ling.”
Ayira se quedó atónita. ¿Cómo no lo había notado? Ella era de tez muy oscura y sus supuestos padres no. Ella tenía los ojos oscuros y sus padres verdes. Ella tenía el pelo negro y sus padres el pelo rubio. Sentía que el mundo se había acabado. De un momento a otro se dio cuenta de algo, así que fue corriendo a la casa de Mei Ling a pedirle perdón, ya habría tiempo de hablar con sus padres, pero al llegar, ella ni siquiera se dignó a abrirle la puerta. Ayira le gritó desde afuera que le ayudara a buscar una manera de volver al antiguo mundo, que así tal vez todo sería como antes. En ese momento escucha algo por la parte de atrás de la casa. ¡Era Mei Ling! Dijo que sus padres le habían dicho que no hablara con ella, por eso, salió por la ventana. Ambas se disculparon y volvieron a ser amigas, pero no era momento de ponerse emotivas, era momento de actuar, así que fueron rápidamente hacia algún lugar tranquilo en el que pudieran pensar. Explorando los alrededores vieron un hermoso paisaje, tan lindo que no parecía real, de hecho no era real. Lo notaron cuando ambas iban a caminar y chocaron con una pared gigante de algo, que repentinamente se cayó y vieron un enorme punto rojo en el suelo, el cual, en realidad, era un portal. Lo más extraño era que al lado de éste había un cartel que decía el significado de los colores. Cuando lo leyeron quedaron muy sorprendidas, pero al mismo tiempo les hizo mucho sentido cuando decía cosas como “anaranjado es nervioso, rojo es malo, rosado es sensible…” Se dieron cuenta que cada persona tomaba el color de su personalidad. Pero, ¿Por qué Ayira seguía con su antiguo color de piel? En la parte de atrás del cartel decía “café es una mezcla perfecta de todas las personalidades”. En ese momento Ayira se sentía muy feliz, ella era de ese color no porque era extraña, todo lo contrario, era especial. Luego de aquel momento cultural llamaron a las autoridades explicándoles la existencia del portal, ellos les agradecieron y horas después el mundo estaba siendo evacuado hacia los otros portales que las autoridades habían descubierto. En un par de días todo volvió a la normalidad, ambas niñas aparecieron en las noticias, pero ninguna de las dos se dejó influir por la fama. Ayira habló con sus padres y todo se solucionó, al final, los padres son aquellos que te quieren y te crían. Las historias de la niña ganaron muchos concursos, pero la favorita de todos, es la que cuenta como pudo encontrar su felicidad en los colores.

SEGUNDOS LUGARES:

CATEGORÍA 6º-7º BÁSICO:

La vida del otro lado
Ignacio Soto A.

1er  mes: Esta es mi primer mes de vida, soy un perro feliz, mi madre me cuida, me protege, es una madre ejemplar.
3er  mes: Hoy unos hombres me separaron de mi madre, ella estaba inquieta, preocupada y los hombres me dijeron:
-hola amiguito, hoy empieza tu nueva vida
-Yo ladraba como nunca, me subieron a una máquina que le llamaban “auto”.
5to mese: soy feliz, juego todos los días con mis hermanos, son personas como las otras, pero más pequeños, poco a poco voy aprendiendo, como que mis hermanos se llaman bebés, bueno, de a poco voy creciendo.
1 año: hoy cumplo un año de vida, mi familia me cuida, creo que me quieren, mis hermanos juegan conmigo, me siento feliz , ¡¡soy un perro dichoso!!
1 año y 2 meses: hoy me regañaron, estaba jugando con mi hermanito, el estaba con la pelota, yo por quitársela salté sobre  él y lo mordí sin querer, ahora vivo afuera, pero ellos no saben que no quise hacerlo
1 año y 5 mes: hoy volví a la casa, estoy feliz y mucho más grande, la verdad me encuentro demasiado grande, alcanzo con mis patas comida de la mesa y me entretengo tratando de botarla y saborear.
2 años: Hoy íbamos a salir de campamento con mi familia, al ir en  camino , mi padre paró para descansar, pero de pronto, se fueron……dejándome olvidado, solo supe ladrar para que regresaran pero nunca escucharon.
-       ¡¡¡¡¡Oigan, esperen!!!!! , se van sin míííí.
           Corrí como pude,  pero no los alcancé…
2 años y 3 meses: Bueno, les cuento, vivo a orillas de una carretera, cerca de un pueblo, me siento triste y sin ganas, tengo una herida en mi pata, cada día empeora, ya no tengo fuerzas, me siento muy débil… Hoy una señora me encontró tirado en medio de la calle, me tomó y me dijo:
-       pobre cachorrito , pero ¡qué te han hecho!

Me tomó en sus brazos y me llevó a un lugar conocido para mí, ya que  mi familia, la que me olvidó en la carretera, me llevaban cuando era pequeño donde un señor me da buenos cuidados, y se hace llamar “Veterinario”, pero si bien la acción de la señora me hizo sentir que me salvaría, el señor veterinario dijo:
-       lo siento señorita , este perro ya no tiene cura.
Y  la señorita que me trajo, rompió en llanto, luego solo sentí el pinchazo de la aguja y así lentamente me dormí y entrando en un sueño, pensé: ¿“Por qué tuve que haber nacido si nadie me quería de verdad”?

CATEGORÍA 8 BÁSICO:

Hilo RojO.
Florencia Alvarado A. 

Desde que nací, siempre he visto un hilo de color carmín amarrado de los meñiques de las personas. Al principio, cuando era pequeño, pensé que era completamente normal verlo, que todos los veían, pero al pasar los años me di cuenta que quizás era el único que podía.
Varias veces se burlaron de mí al decir que veía aquel hilo, llamándome “mentiroso” o que me tomase las pastillas… ingenuos.
Se preguntarán, ¿Qué es ese tal “hilo rojo” del que les hablo? En simples términos, es el hilo del destino, que une a dos personas amorosamente para la eternidad, sin discriminar género, edad, físico, etc., además que este puede encogerse, estirarse, hasta enredarse, pero jamás romperse o cortarse… pero lamentablemente no todos logran encontrar el otro extremo de su hilo.
Siempre que iba en la calle me dedicaba a ver parejas, la gran mayoría no estaban unidas, pero nunca quise interferir en sus destinos, así como nunca intenté encontrar el final del mío, claro, tuve mucha curiosidad de seguirlo y encontrar la persona del otro extremo, pero tenía miedo de lo pudiese pasar.

Un día mis padres me informaron que nos mudaríamos a otro lugar, no vi ningún problema ya que la gente que conocía era reducida y dudaba que me pudiesen extrañar, además que constantemente recibía abusos verbales de mis compañeros de clase.
Bueno, mi nueva escuela no era nada de otro mundo, pero sin ser consciente me había acercado al final de mi hilo rojo.
Al entrar al salón, mis ojos inmediatamente se desviaron al fondo, ahí fue cuando le vi por primera vez y sentí que algo se removía en mi interior. Inconscientemente miré mi mano y seguí con la vista el hilo, hasta llegar a su meñique. Cuando me quise dar cuenta, estaba viendo a la persona a la que estaba unida por el destino.
El único “problema” es que era un chico… lo digo entre comillas porque yo no lo veía como un problema, mis padres me educaron con la idea de que si se trataba de amor, nada importaba.
No tardé mucho en acercarme, ni entablar una amistad con él, aunque no tenía ni las más remota idea de cómo lograba mantenerme normal y tranquilo ante su presencia.
Y así estuve todo lo que quedaba del año. Logré exitosamente rehacer mi vida social, despidiéndome de los abusos por “ver cosas”,  claro, en aquella escuela no se lo comenté a nadie.

Al año siguiente finalmente decidí confesarme, no aguantaba más seguir escondiendo mis casi obvios sentimientos por él, y el que estuviésemos unidos por aquel fino hilo me daba la seguridad de que sería recíproco… lamentablemente, no fue así.
Le llevé a un lugar apartado, me temblaban las piernas y las manos, estaba nervioso, y con toda la vergüenza del mundo le revelé lo que sentía… nuevamente cuando me quise dar cuenta, el asco se apoderó de su rostro. Aquella expresión marcó mi vida y nunca la olvidaré.
Ah… cuanto me arrepiento haberme confesado, quizás si no lo hubiese hecho las cosas no hubieran terminado como lo hicieron. Desde ese día en adelante comenzó a hacerme bullying, tanto físico como psicológico. Realmente no comprendía, ¿Por qué no me correspondía? ¡Estábamos unidos…! Pero de a poco nuestro hilo fue perdiendo el color.
Mis padres descubrieron los abusos que sufría, y decidieron mudarse otra vez. Con mucha tristeza me fui de aquel lugar, aunque él no me quisiera y me maltratara, no quería dejarle, pero lamentablemente tuve que hacerlo. Ya me imaginaba que el destino nunca estaría de mi lado…
Pasaron muchos años, y todos los días me preguntaba qué pasó por su cabeza al rechazarme… no supe nada sobre él en ese tiempo, siempre rogaba que te encontraras bien, y hallase a alguien mucho más especial que yo.
Ahora… escribo esto para desahogar un poco las penas de mi corazón.
Hasta hace poco me enteré por la noticias que había perecido en un accidente automovilístico, realmente no podía tragarme la noticia. Ya no recuerdo cuanto lloré, pero sé que fue muchísimo. Él había muerto y nunca pude despedirme.
Asistí a su funeral y varías veces visité su tumba, pero el dolor de mi pecho no desaparecía… y empeoró al enterarme de que él se había casado y tenía ya un hijo… pobrecillos.

Mis lágrimas empiezan a correr la tinta y la navaja que tengo a mi costado me llama impaciente, pronto, muy pronto podré volver a estar con él… y esta vez el destino no podrá impedirlo.
Vivo o muerto, siempre le amaré.

CATEGORÍA I MEDIO:

Aquellas Pesadillas
Amparo Campos C.

Nora Roberts, una adolescente de tan solo diecinueve cortos años, era una asesina encubierta. Nadie sabía quién era él, o la que derramaba tanta sangre en la ciudad. Nadie, ni siquiera ella, tenía la menor idea. Nora vivía una vida de una persona un poco normal. Su madre siempre la sobreprotegía y su padre ya no era parte de su vida por un accidente trágico. Cuando ella era un bebé, siempre despertaba casi sin respiración, por las horribles pesadillas que surgían en su pequeña mente. A medida que ella crecía, las pesadillas eran peores. Hasta que un día cercano a la muerte de su padre, simplemente pararon.    
A Nora le encantaba la música y dedicaba su vida a ello. Su padre era un impresionante músico de jazz, y no había nada mejor para ella que escuchar a su padre tocar en los mejores clubes de Londres. Cuando su padre fue asesinado, una de las noches más importantes de su vida, Nora nunca volvió a ser la misma. Él era la razón, por la cual ella era quién era. Siempre ha sido su padre-madre, desde pequeña. Cuando ella estaba mal, siempre él estaba ahí, con un helado de sabor a vainilla, en la plaza Leicester. Cada memoria en esa plaza, era simplemente maravillosa. Sin ni un problema, solo ellos dos. Con tan solo pensar, que no estaría haciéndole cariños después de cada pesadilla a mitad de la noche, de que no estarían sus sabios consejos de amor, música y cada decisión importante en su vida, era simplemente, la pesadilla más grande de su vida.
Y cuando ella tenía quince, sucedió. Luego de muchos meses de recuperación mediante terapia y muchas otras cosas, ella pudo salir de su gigante depresión, para hacer música. Cuando cumplió los diecisiete años, salió de su preparatoria y comenzó a ir a una de las universidades de artes más excelentes del mundo, y agradecía enormemente el poder entrar ahí. Nora siempre hablaba altamente de su padre, con cada persona que se incluía en su vida. Cuando Nora cumplió los diecinueve años, visitó el cementerio, para ver a su padre. Comenzó a hablarle a la tumba donde yacía su cuerpo, sobre cómo había estado su vida desde la última vez que lo visitó. Le comentó que había entrado a la universidad de la que tanto hablaban, le comentó sobre un chico que llamaba su atención, le contó que le comenzó a gustar el sushi que ella tanto odiaba, pero su padre amaba.
Cuando se estaba haciendo de noche, se quedó dormida de accidente, por quedarse hasta tan tarde leyendo, la noche anterior. Cuando despertó eran aproximadamente las once de la noche. Se despertó mareada y con mucha hambre, así que decidió pasar por una hamburguesa en un lugar de comida rápida, en camino a su departamento. Se despidió de su padre y caminó hacia el auto. Cuando ya estaba comiendo su hamburguesa en el auto, observó a dos hombres de alta edad, mirando a una mujer, que tenía un caro bolso. Ella quería bajarse del auto y tratar de ayudarla, pero perdió el control de su mente completamente. Cuando tuvo nuevamente el control, observó a los dos hombres, rodeados de mucha sangre, tirados en el suelo. Levantó su mirada y observó a la mujer que estaba totalmente choqueada, que salió corriendo en pocos segundos. Nora cerró sus ojos y despertó en el cementerio, cerca de las tres de la mañana. Fue solo un sueño, ella pensó. Cuando despertó no sentía ni un poco de hambre y solamente estaba un poco cansada. Se dirigió a su departamento y llegó unos minutos después. A la mañana siguiente, prendió su televisor, y luego de unos segundos solo pudo botar el control remoto, con sus ojos desorbitados. En el televisor hablaban de un asesinato múltiple, en el restaurant de comida rápida “Tony’s”. Nora estaba totalmente impactada, hasta que apareció una testigo, la señora de bolso caro. Ella hablaba sobre Nora, solamente que cambiaba una cosa de ella, sus ojos. Nora tenía ojos de color verde claro, pero ella los mencionó de color rojo. Como la sangre, decía. Nora apagó el televisor y comenzó a llorar de desesperación, ¿su pesadilla se volvió cierta? ¿desde cuándo ocurre eso? .Nora simplemente se limpió las lágrimas y decidió ir a visitar a su madre, a un centro de rehabilitación. El centro trataba de sanar a las personas últimamente traumadas, por alguna muerte o accidente. Y su madre estaba ahí desde que su esposo falleció. Cuando llegó, entró cuidadosamente al cuarto de su madre y la saludó tiernamente. Le habló por un rato y ella no hablaba, ya que no lo había hecho nunca más desde el asesinato. Pero, sucedió algo impresionante. Mencionó solo una pequeña frase. “La verdad llega de una forma u otra”. ¿A qué se refería?, se preguntaba Nora. Simplemente no le dio mucha importancia al tema, así que se despidió y volvió a su departamento, a aprenderse una canción nueva para su universidad. Cuando llegó a su dormitorio, sintió mucho sueño, así que se acostó por un rato. Cuando despertó sintió un gran deseo de ir a andar en bicicleta, así que tomó su antigua bicicleta y partió a dar un pequeño paseo por la ciudad. Cuando habían pasado unos minutos, observó a una mujer maltratar a su novio, haciendo un escándalo impresionante, pero nadie lo observaba, ya que extrañamente esa calle estaba vacía. Luego de unos segundos, Nora paró su bicicleta y su mente se volvió negra. Cuando volvió a la realidad, observó a la mujer de la misma manera que observó a esos dos hombres, la noche anterior. Mientras, el hombre la miraba de la misma manera, que la mujer del bolso caro la observaba la noche anterior. Cuando despertó desesperadamente en su habitación, encendió rápidamente la televisión de la habitación y sus lágrimas nuevamente comenzaron a amenazarla con su salida. Lo mismo de la noche anterior había sucedido. ¿Cómo estaba pasando? Cuando recuperó su conciencia, decidió ir a la plaza Leicester, a pensar un segundo. Cuando llegó a su destino, comenzó a pensar si recién han empezado sus ataques hacia las personas, o eran desde antes. Comenzó a repasar en su cabeza los terrores nocturnos que ella tenía, hasta que llegó a uno del fondo de su mente, tan rápido y sin siquiera recordarlo: el día de la muerte de su padre. Ella estaba tomando una ducha, y salió rápidamente por los gritos constantes de sus padres y se puso ropa ligera, y para cuando entró a la habitación de sus padres, observó a su padre levantar su mano para poder abofetear a su madre, hasta que todo se volvió negro, y para cuando despertó, lo observó en el suelo, cubierto con sangre, y su madre llorando desconsoladamente, y abrazándola. Nora no sabía lo que acababa de suceder. Ese recuerdo que le acaba de golpear la mente, tan rápido como un tren, ¿Será verdad? Según lo que le habían dicho, o lavado el cerebro sobre la muerte de su padre, era que había sido asesinado, pero nunca le mencionaron que fue ella. Nora simplemente no lo asumía. Hasta que lo dio por confirmado cuando la palabra que le mencionó su madre, ponía todo en perspectiva. “La verdad llega de una forma u otra”.

CATEGORÍA II MEDIO:
MINOTAURO
Diego Pertuzé.

Y justo en ese momento, bajo gritos y alabanzas de un público que estallaba en impaciencia, aparecía en aquella plaza sin salida, Joselito Rodríguez.
Se llenaban gradas y filas enteras, a la espera de aquel espectáculo. Pocos eran los que no querían presenciar tal artístico instante, que en su transcurso, dejaría a los asistentes paladear la cultura.
Bajo un sofocante sol, solo alguna vez visto por Adán en su jardín, Joselito se abrió paso entre las palmas de los presentes. Era un momento rebosante de vida.
Haciendo malabares y saludos, tal como le había enseñado alguna remota tarde de otoño, el conocido por todos, Nolito, su padre; el torero subía la temperatura del fervor que crecía exponencialmente a cada minuto, y por qué no decir, a cada paso que aquel taurino asentaba en la tierra.
En un segundo, abruptamente Joselito creyó oír el silencio. Unas puertas bufaban al ser levantadas al otro extremo de su posición.
Con el corazón en las manos, abandono su condición de sordo, para tener un tenue choque de miradas con aquel animal que cruzaba el umbral. Sus ojos reflejaban incomprensión, y de alguna manera, los de Joselito también.
Cogiendo su inconfundible capote, preparo lentamente cada uno de sus músculos, para empezar lo que probablemente era un hecho fijado desde el nacimiento de aquel toro. Y así, blandiendo suavemente el gran pedazo de tela, íncito a aquella bestia a venir a por él.
El público estallaba en júbilo, el espectáculo había finalmente iniciado.
Siguiendo al pie de la letra, cada movimiento ensayado, que Joselito había aprendido en las rojas letras de los versículos del toreo; experimento con el cuadrúpedo, hasta que fue hora de sacar su muleta. Era su parte favorita, y sino también la más típica de ese ritual que toda su vida había profesado.
De izquierda a derecha, Joselito hacía girar al toro como en una ruleta, aumentando su desconcierto. Los asistentes, ya saboreando lo que para ellos era signo de la Madre Patria, se disponían armoniosamente a gritar ¡Ole! ¡Ole! , una y otra vez sin parar.
Y ya, cuando se dio cuenta de que su muleta era una, con esas afónicas voces, que ahí entonaban un segundo himno patrio; prosiguió a soltar su instrumento, para desfundar los estoques.
Caía el crespúsculo, y como lo hacía siempre, mirando fugazmente hacía arriba, pensaba lo habitual: “Es solo una bestia”. Persignándose para revalidar lo que estaba pronto a hacer, en el nombre de Dios; se movió como una serpiente por la arena, hasta despistar al animal y clavarle el pincel en el lienzo de su lomo.
En cólera, el toro se retorció de un lado a otro, hasta encontrar a su contrincante. Fue en cosa de un parpadeo, que Joselito sacó una de sus banderillas, para clavársela nuevamente en su cuerpo.
A esas alturas, el público no paraba de gritar, sin dejar entrar a ese tortuoso lugar al silencio.
Al fin y al cabo, recapacitaba Joselito, lo hacía por ellos, por su Padre, y por aquella tierra que lo había visto nacer, y que ahora lo sostenía bajo sus pies. No había nada más humano, que causarle el bien a otro, dejarles pasar un buen rato, y hacer un acto en gloria a ellos.
Era un pensamiento solidario, el esfuerzo de él, por el goce de otros.
Preparándose a embestir a la fiera, el toro hizo ademán con uno de sus pies delanteros y se echó a correr hacía él. En una pirueta digna de su maestría, el torero dio media vuelta alrededor de su presa, para clavarle su última banderilla. Abatido el toro perdió el control de la parte delantera de su cuerpo, para caer de bruces a unos metros más allá.
En un delicado movimiento, Joselito sacó en un acto inexorable su puntilla, para acabar la agonía del animal. Ya estaba oscuro, y pese al aire frío que llegaba de los arboles sin hojas ubicados a unas manzanas, próximas a la plaza; el torero, impulsado por el público, decidió que el espectáculo, debía continuar.
En un solo acto barbárico, los ojos del toro, que le buscaban una explicación a lo que pasaba, en un ajetreado respirar, se apagaron en la eternidad del ruedo.
Y tal como al principio, Joselito oyó el silencio.
Ahora él era un toro. Y asustado, sin comprender que le estaba sucediendo, se percató de que otra puerta se abría, al mismo tiempo que una lluvia de flores amarillas, invadía el espacio.
De esta salía un hombre, un cazador, dispuesto a acabar con la bestia. Y él, desprovisto de todo armamento, solo podría defenderse con un par de cornadas.

CATEGORÍA III Y IV MEDIO:

A las 3 de la mañana
Cristóbal Missana D. 


I. Parálisis de Sueño

            Tu paz se ve interrumpida. No estás ni despierto ni dormido, sólo puedes respirar. Sientes cómo tus sábanas se sellan al vacío, como si alguien estuviera haciendo presión contra tu pecho. Tu cama se mueve descontroladamente. No puedes mover un solo músculo, salvo abrir los ojos, pero no lo hagas. No. Si lo haces, solo vas a empeorar la situación. La decisión es tuya.
            Abres los ojos. La cama ya no se mueve, pero la presión continúa. Ves algo sobre ti, sentado. No se ha percatado todavía de que lo estás mirando. Lo escuchas murmurar algo, pero no lo logras entender. Te percatas de una nueva presencia en tu habitación. Te mira fijamente. Lo que está sobre ti se voltea, te mira. Tiene los ojos totalmente oscuros y la cara desfigurada.

            Te sobresaltas. Abres los ojos otra vez, pero sólo para encontrar tu habitación completamente vacía y en silencio, salvo por tu respiración entrecortada e irregular. ¿Habrá sido una pesadilla? No lo sabes. “Pero si fue tan real”, piensas. No te puedes volver a quedar dormido. No puedes. Prendes la luz. Miras la hora: es muy temprano para despertarse. Decides volver a dormir.

II. Sueño de Parálisis

            Ves a alguien acostado, durmiendo. No lo conoces, no sabes dónde estás. Sólo está él. Tu odio y maldad dominan tu cuerpo. Quieres que sufra, quieres verlo morir lentamente. Te subes a su cama y te sientas sobre él. Dificultas su respiración. La cama se mueve. Te volteas para ver qué está causando el movimiento. Ves algo, pero no logras identificarlo. Le dices que se detenga, que se vaya. Desaparece. Murmuras un poco más fuerte para que no vuelva a molestar. Aparece una nueva presencia en esa habitación. Mira fijamente al que está durmiendo. No entiendes por qué. Te das vuelta lentamente y lo miras. Eres tú, con los ojos abiertos, sin expresión.
            Te sobresaltas. Abres los ojos otra vez, sólo para encontrarte acostado, sudando, tiritando. No te puedes volver a quedar dormido. No puedes. Prendes la luz. Miras la hora: han pasado sólo dos horas, pero sientes que fue mucho más tiempo. Decides no volver a dormir.

TERCEROS LUGARES.

Categoría 6º-7º Básico:

¿Cómo nacieron las abejas?
 Javiera Mansilla.

            Si pudieras devolverte en el tiempo ¿te devolverías al pasado? Bueno, yo dije que sí, ya que me encantaría saber cómo nacieron las abejas, de dónde son y por qué son amarillas.
            En mi escuela “San Patricio” nos realizaron una evaluación sobre los insectos, estudié demasiado y obtuve un buen resultado: 6,8, sólo que me equivoqué en una pregunta: ¿Cómo nacieron las abejas? Quedé impactada pues no sabía qué responder y desde entonces quise investigar sobre las abejas.
            Mi tío Iván es un filósofo, matemático y profesor muy loco. Siempre se encuentra inventando algo nuevo y su último invento es una máquina del tiempo. Cuando supe eso, me llené de curiosidad y le pregunté a mi tío:
-¿Tío y yo puedo viajar al pasado para saber cómo nacieron las abejas?
Y él respondió:        
- Sabes que me encantaría llevarte pero no lo puedo hacer, si te pierdes sería  muy peligroso ya que podrías alterar todos los tiempos -.
- Pero, ¿y si voy y no me pierdo?
- Eso no puede ocurrir pues sólo se puede realizar un viaje con una persona. Al escuchar esta noticia me puse muy triste y me fui a mi cuarto, pensé y pensé ¿Cómo viajar para dar una respuesta certera a mi pregunta? y pensé:
-¿Y si viajo yo solita? entonces ¡Boom! se me ocurrió una súper idea, mañana en la noche iré al laboratorio a buscar la máquina del tiempo, además, no creo que me suceda nada malo.
            Ya están todos dormidos, es la mejor hora. Entrando al laboratorio a mano izquierda está la máquina con sus instrucciones claramente expresadas:
1.-Ponerse el traje para que no le ocurran daños.
2.-Entrar a la máquina y apretar el botón que regula por cuánto tiempo desea ir al pasado.
3.-Cuando se acabe el tiempo no podrá volver.
4.-Les deseamos un buen viaje.
            El traje me quedaba un poco grande pero me lo tenía que poner. Ya colocado el traje, entré a la máquina del tiempo y apreté el botón que decía “Una hora”. Y comenzó el viaje, todo daba vueltas, los colores cambiaban de posición mientras yo giraba y me daba unas vueltas como de gimnasta. Estaba ya muy mareado y empecé a tener náuseas, me puse muy nerviosa, ya que si tengo náuseas, podría dañar la máquina y eso ya sería más peligroso.
            Cuando todo paró, abrí la puerta y ¡había un dinosaurio! Ante la desesperación, lo primero que hice fue correr y ¿si el dinosaurio aplasta la máquina del tiempo?
            Es cierto que me encontraba muy nerviosa por lo que estaba ocurriendo, pero todavía me sorprende que haya chocado con una roca, visible a kilómetros, cayéndome sobre ella, sin sentir siquiera una cuota mínima de dolor ¡Párese que soy invisible!. Bueno eso me puso muy feliz.
            Empecé por encontrar una respuesta a la interrogante que me atormentaba ¿Dónde estarán las abejas? fue entonces como me dediqué a observar y no encontré ninguna abeja en mi recorrido, incluso me senté debajo de un árbol a pensar ¿Qué debía hacer?...
            Miré hacia arriba y me encontré frente a frente con una flor amarilla, en eso encontré millones de flores amarillas, me sorprendí mucho, ya que nunca había contemplado tan hermosa vista.
            Noté que las flores emitían un ruido extraño y hacían ¡bii…! y ¡Boom..!, ¡Eran abejas escondidas! dentro de ellas, me acerqué con muchísimo cuidado y estaba la Abeja Reina recostada, entonces cuidadosamente entré a la colmena y me arrodillé ante ella y le pregunté:
-¿Por qué las abejas son de color amarillas?
Ella respondió:
- Por el hermoso color de las flores que nos esconden de los peligros del exterior.
-¿Cómo nacieron?
-Nacimos por una explosión. Mejor dicho cuando se formó el mundo.
-Y… ¿De dónde son?
-Somos italianas.
            Estaba muy feliz, ya que encontré la respuesta a mi pregunta, le di las gracias a la reina abeja por su atención y tiempo. En eso escuché que sólo me quedaban cinco minutos para regresar a mi hogar. Entré a la máquina del tiempo y apreté el botón que decía ¨ Volver al presente¨.
            Llegué a mi casa. Mi familia estaba como loca buscándome, me preguntaban a donde había ido y yo respondía:
- Sólo me fui a tomar un helado, nada más.
            Mi tío Iván me observaba con una mirada desconfiada pero yo le sonreía para descartar sospechas. Al día siguiente, fui a la escuela y le conté mi experiencia al profesor y él me respondió:
-Eres un gran alumno y persona, admiro todo lo que has realizado por eso quiero que entres a la ¨Academia de Ciencias” para que seas un gran científico.

Categoría 8º Básico:

Efecto de luz. 

Dana Ryan A.







No recuerdo mucho, solo sé que vi una intensa luz y luego desperté en una habitación del hospital central. Nadie estaba al lado mío y eso no me extrañaba, mis padres de seguro no sabían y mis amigos solo se preocupan cuando me necesitan pero si yo los necesito no se presentarían ni aunque fuese el fin del mundo. Recuerdo que estaba caminando con Julián para ir a comprar unas cosas a dos manzanas de mi casa para un trabajo, él se había detenido en una tienda para comprar cigarrillos y me dijo que luego me alcanzaba. Era tarde por la noche si mal no recuerdo debieron de haber sido las diez y media cuando salimos de mi casa; quizá habían pasado uno veinte minutos desde que me había separado de mi compañero cundo vi esa hermosa luz blanca. No le presté mucha atención, pero después de verla todo se volvió negro y luego desperté en esa habitación que olía a cloro y era celeste. Me levanté sin problemas y me dirigí a la salida del hospital, si mis padres se enteraban de que estaba aquí de seguro me matarían, ese hospital era muy caro y no teníamos suficiente para pagar ni medio día en esa institución. Al salir todo estaba oscuro, al parecer las luces de las calles habían vuelto a fallar. No encontré mi ropa en la habitación por lo que simplemente me fui en el camisón que tenía puesto y le quité una chaqueta a uno de los guardias que no se dio cuenta de que me estaba escapando. La temperatura era perfecta ya que a pesar de la poca ropa que traía puesta no tenía ni frío ni calor. Me fui por los callejones que sabía que no serían peligrosos para poder llegar antes a casa y que mis padres no se dieran cuenta de mi ausencia. Espero que Julián no se moleste conmigo. El camino a mi casa fue bastante largo o por lo menos así se sintió, estaba cansada y tenía hambre. Cuando pasaba al lado de alguien esa persona ni me miraba, simplemente se ajustaban el abrigo y caminaban más rápido, los únicos que me saludaban eran los niños pequeños.
Cuando ya estaba en mi casa me di cuenta de que no tenía las llaves por lo que tuve que entrar por la puerta de la cocina y desactivar la alarma que había dejado puesta al salir con Julián. Me dirigí rápidamente al refrigerador para poder hacerme algo de comer, pero las cosa se me resbalaban de las manos, seguramente era por el cansancio así que decidí que lo mejor era irme a dormir, mañana sería otro nuevo día que pasaría encerrada en mi habitación leyendo y escribiendo para evitar las burlas de los vecinos o de los chicos del instituto que les gustaba pasearse por el frente de mi casa y gritar cosa poco agradables a mi persona. Subí al segundo piso y tomé el pasillo de la derecha y abrí la segunda puerta a la izquierda.  Mi habitación era normal, tenía un baño propio y las paredes estaban pintadas de morado oscuro con detalles en negro y rojo. Mi cama era de una plaza con sábanas de algodón azul eléctrico y un cobertor morado. Dormí sin taparme y me desperté a la mañana siguiente, o eso es lo que yo creía hasta que vi el reloj digital en mi mesa de noche y vi que había dormido cuatro días. Me sorprende que nadie me haya despertado, más que sorprenderme me preocupaba, mis padres no eran así, ellos eran en extremo estrictos y no me dejaban faltar un solo día. Me alisté lo más rápido que pude sabiendo que de todas formas llegaría tarde al instituto, pero cuando ya estaba vestida no podía tomar nada, se me seguían resbalando las cosa de las manos, ni las llaves del auto pude recoger por lo que me tocó ir corriendo y sin materiales. Cuando estaba en frente del instituto, el guardia ni me miró y yo simplemente pasé de largo para entrar a mi clase. Algo que me llamó la atención fue que tenían las banderas a media asta, al parecer uno de los estudiantes se murió o le pasó algo grave, de seguro fue ese chico de cuarto año que necesitaba un trasplante, lástima, era un buen chico. Cuando abrí la puerta, todos se me quedaron mirando, pero era como si no me vieran y cuando me iba a dirigir a mi asiento pude ver que no estaba, abrí mi casillero y en este no estaban mis cosas. Tenía que ir a hablar con el inspector y preguntar de qué se trataba esto. Fui pero su secretaria no me atendió así que simplemente me fui del instituto y nadie pareció darse cuenta. Por la calle me encontré con varias personas a las que saludé pero no me saludaron de vuelta y todos los animales me gruñían, los gatos salían corriendo y los perros no paraban de ladrarme. No lo entendía, los animales y yo siempre nos llevamos muy bien pero al parecer hoy no era mi día. Decidí ir al cementerio a visitar a mi hermana, mis abuelos y a mi ex novio. Todos los días después de clases me pasaba por aquí ya que mis padres no se atrevían a ver la tumba de su hija mayor el orgullo de la familia y siempre me culparon por su muerte y de todas formas me sentía responsable, si yo no hubiera soltado al perro ella seguiría viva; también iba siempre porque no había superado ninguna de las muertes de mi familia y menos la de Alexander, él junto con mi hermana y mis abuelos habían sido las únicas personas que me han apreciado. Al entrar, mi amigo el portero casi se cae y se puso pálido, tan blanco como un vestido de novia. Lo saludé amablemente y me correspondió el saludo pero de forma débil, como si no creyera que lo estaba saludando. Seguí caminando hasta toparme con la tumba de mi familia y la de Alexander, estaban una al lado de la otra ya que las familias han sido amigas desde hace muchos años y decían que esas amistades eran hasta después de la muerte. Primero me senté en la tumba de mi ex novio y lloré como todos los días por su pérdida, siempre me molestaron pero durante nuestros tres años de noviazgo nadie me molestó y cuando él se fue, todo volvió. Luego me acerqué a la tumba familiar y les conté todo a mis difuntos familiares, pero hubo una cosa que me llamó la atención, había un nombre al lado del nombre de mi hermana y no era cualquiera, era el mío. Al ver eso todo vino de golpe, no fue una simple luz lo que vi antes de desmayarme, eran las luces de un camión, me habían atropellado, luego recordé algo de lo que no me había dado cuenta, en el patio de mi casa había un cartel de Se Vende. Cuando me paré para salir corriendo, choqué contra alguien. Alexander se encontraba en frente de mí y me sonreía, atrás suyo estaban mis abuelos y mi hermana y detrás de todos ellos estaban todos los difuntos del cementerio. Todos me sonrieron y yo lo único que pude hacer fue esbozar una leve sonrisa y lanzarme a los extendidos brazos de mi novio.
-Ya no quiero estar sola.
-Serafina, ya no nos tendremos que separar nunca más.
Sonreí, lo miré a los ojos y me perdí en ese profundo verde; lo único que pude hacer fue acercarme a Alexander y fundirnos en un beso que prometía una verdadera eternidad de amor y cariño del uno al otro.

Categoría I Medio:


Suave y terca, junta la puerta

Catalina Huincahue R.


Mi historia es de mí, de yo y mi ego y como en vida de 3, 2 están en mi contra.

Estas voces empezaron a ser oídas desde hace algo más de lo que es poco, pero sin ser mucho; un punto entre ambos. Desde entonces han atendido siempre y sin falta a su labor de sabotear mi existencia y decisiones, causando mi lento hundimiento en un mar de inseguridades donde ambos llevan el timón del barco, pero en direcciones opuestas cada uno y no es finalmente hasta que uno vence al otro para que yo reaccione frente a algo. Generalmente toma bastante tiempo.
Sin embargo, nunca se lo había revelado a nadie, hasta hoy.
Estoy con mi madre y el médico, quien no deja de hacerme preguntas. Me quedo mudo y estático cada vez que éste se dirige hacia mí. De vez en cuando cruzo miradas con mi madre, que sólo con su expresión pareciera pedirme perdón incontables veces.
Temía que se hubiesen ido, hace días que no los escuchaba. Justamente desde que me fijaron una hora al médico. Temía que se fueran y que no regresasen, que me abandonaran, que volviera al silencio que abundaba en mi mente antes de las reverberaciones de mi propia voz.
No sé cómo describirlos, pero suponiendo que son a mi imagen y semejanza, deben verse como yo. Eso sí, sus voces son distintas entre ellas y la mía.
Una voz aterciopelada cubierta en sedas suele permitírmelo todo. En dulces melodías pareciera hablar, teje sin cesar un sinfín de posibilidades. Con esta pareciera no existir puertas: todas están abiertas, incluso las puertas creadas por la otra voz parecieran no existir, y si hubiera una que no pudiera abrir, crearía otra… más bien un paso, a lo que la otra voz, temblorosa y frágil, tapada de pies a cabeza y atarantada, con prisa al manifestarse, haría lo que fuera por cubrirla de inmediatamente de modo que no me percate de lo que hay tras ella.
No creo ser el único que tenga esta situación. O sea, esto de tener a tu conciencia es bastante común, Todos gozamos de una y es decisión propia escucharla o no, sin embargo tiendo a oírla por separado.
¿A qué voy con esto? Que la conciencia podrá decirte qué está bien y qué mal. Sin embargo, es una voz imparcial, que te muestra ambas opciones y te advierte de sus consecuencias, pero mis voces van por separado y cada una va y habla por su cuenta (o al menos desde mi percepción) haciendo mi tarea de decidir, aún más compleja de lo que era antes de que estas aparecieran.
Aun sabiendo todo esto, no he percibido que una domine sobre otra. Ninguna me convence del todo, pues, si bien, una me deja hacer lo que quiera, no mide las consecuencias. Con la segunda es todo lo contrario. Son un buen complemento, pero no equipo.
Por las noches, en vez de dormir, clavo la vista en el techo aguardando al silencio que tanto añoro pero no deseo, como cual madre a su hijo que llora; por más que quiera silencio, jamás será en absoluto, pues el ruido le da indicios de que no está sola, que su hijo sigue con ella y no la ha abandonado. En mi trance voluntario me veo reflejado en el techo el cual revela mi estado anímico sin siquiera yo estar consciente de éste. Refleja un cuerpo cansado, propio de una mente en las mismas condiciones. Agotado y exhausto, pero aun así responsable frente a sus deberes.
Tras despegarme de mis pensamientos, gracias a la alzada de voz de mi madre, me percaté de lo que me decía el médico. Las voces habían vuelto.
De repente, una voz temblorosa susurra a mi mente: “No. Dile que No. Quiere hacerte daño, no lo mires, ni lo escuches.”
Y la otra en complemento dice: “Si tomas ese tratamiento jamás nos volverás a escuchar. ¿Eso te haría feliz?”
Si con “feliz” se refería a tranquilo, pues no. Gracias a éstas había llegado hasta aquí. Esto me enseñó que hay gente dañina que está en mi contra.
“…Porque… yo jamás estaría en mi contra, ¿verdad?”, pregunté esperando una respuesta.
Ambas mantuvieron silencio.
Aunque muchos crean que esto es un problema, yo no lo creo así. De hecho, generalmente, frente a un problema se plantea o busca la solución a éste… pero no creo quererla.


Fuera de mi mente es una contante supervivencia. Mi mente pareciera ser el único lugar seguro pues hacia el exterior todo se me viene encima.

En vida de 3, 2 son mis aliados y yo lucho en su representación más la mía. El resto está en mi contra.

Categoría II Medio:


Los pasillos son largos
Sabrina Maita F.



Los pasillos son largos. No parecen terminar. Por cada paso que doy tengo la sensación de que el lugar expande sus límites. Corro, no encuentro salida por ningún lugar. Todo es blanco y borroso…  ¿Cómo llegué aquí?.
—Ven. —Agudizo mi oído sin detenerme al escuchar aquella mujer. Intento contestar, pero mi voz no responde. Me detengo y toco mi cuello por reflejo. No puedo hablar, mi habla se niega a salir.
—Por aquí. —Miro cada ángulo en un intento de hallar a la dueña de aquella voz. Todo luce igual, esto no me está llevando a la salida.
Decido darme un descanso. Me apoyo en la pared e intento despejar mi mente. ¿Qué es esto?, ¿Por qué estoy aquí?.
Cierro los ojos forzando respuestas. ¿Será solo un sueño? ¿Una ilusión?. Niego con la cabeza, esto no me llevará a nada. Levanto la mirada mientras le doy el paso a mi sentido de la visión.
Es el peor error de mi vida.
Siento mi corazón palpitar desesperadamente al ver que estoy en un lugar diferente. Mi respiración se agita y todo me da vueltas.
Está oscuro, no puedo ver mis manos. El pánico se apodera de mí y no puedo hacer algo al respecto.
—Respira —Escucho a lo lejos—. Tú puedes.
Inhalo y exhalo con dificultad, no me daré por vencida. Camino cuidadosamente, midiendo cada centímetro, el suelo es arenoso, puedo sentirlo en la punta de mis pies. Diviso un halo entre las tinieblas y me dirijo a él. Doy un paso. Oigo gruñidos y llantos. Detengo mi andar sintiendo temblores en todo mi cuerpo. Estoy asustada, solo quiero salir de este lugar.
—No deberías estar aquí —Dice una voz grave y escalofriante a mis espaldas, volteo y veo una jaula tapada con una sábana. Intento moverla—. ¡Vete! ¡No intentes tocarme! —Grita con su voz deformada haciendo que salte intentando defenderme.
Me alejo rápidamente, y solo consigo encontrarme con más prisiones. Una chica llora desconsoladamente en una de ellas.
“Un desahogo necesario” Leo en su celda. Muevo la sábana, pero ella no se inmuta, la tiro al suelo, y al verla quedo pasmada.
Soy yo.
Ese es mi rostro, ese es mi cabello, está usando mi vestido de graduación. Doy un paso hacia atrás aun ensimismada en aquella chica, o mejor dicho, en mí.
Una reja se abre a mi derecha, e inmediatamente volteo al lugar.
“Teme y estarás a salvo”,  dice la inscripción.
Quien se haya liberado, está corriendo por todo el lugar, y no puedo seguirlo con la mirada.
—¡Muéstrate! —Exclamo con autoridad sacando mi voz finalmente.
Su piel está anormalmente pálida. Su cabello es largo. Su mirada insegura se cruza con la mía. Es otra yo.
—Tengo miedo. —Susurra—. Solo quiero salir de aquí.
La miro de pies a cabeza, realmente es un clon de mi persona. —¿Dónde estoy? —Digo titubeante.
Se sorprende. —Deberías ya saberlo…
Iba a replicar en el momento que desapareció. Todo el escenario cambió en un momento ante mis ojos, una luz resplandecía en una puerta, y sin meditarlo, corrí hacia el lugar.
—Llegas tarde. —Dice un mujer adulta con una sonrisa. Levanto una ceja y la miro de pies a cabeza. Va bien vestida, lleva unos lentes que llamaron mi atención. Se parecían a los de mi madre—. Estuve llamándote mientras corrías por el lugar, sígueme.
Los tacones de la dama resuenan por todo el lugar mientras caminamos. Miro con desconfianza, ella lo nota y me sonríe.
No confiaré en ella solo por un bonito gesto.
Entramos a un pasillo con muchos cuadros en sus paredes. Los miro detenidamente y este lugar me vuelve a sorprender.
—Al parecer aún sueñas con viajar por el mundo —Sonríe nuevamente—. Mira, estos son tus mayores deseos.
Observo una pintura a mi costado y quedo pasmada. Esas son imágenes de mi imaginación, es imposible que alguien las conociera. ¿Acaso lo he vivido?.
—Y esos de atrás, son tus logros.
Volteo fascinada, ¿cómo es esto posible?. Es mi graduación, pero vista desde mi perspectiva. Al lado de ese dibujo veo mi primer día de trabajo. Fijo mi mirada en el momento más significativo para mí. Cuando Kaleb pidió mi mano.
—…¿Cómo? —Pregunto, mirándola fijamente—. Explícame cómo es esto posible.
Ella sonríe. —Somos capaces de ver toda tu vida cariño, no se nos escapa jamás nada. —Chasquea los dedos y aparecemos en otro lugar.
Es un lugar vacío, con un silencio sepulcral de fondo. Un escalofrío sube por mi columna.
La confusión me invade y pregunto. —¿Qué es este lugar?, ¿qué es todo eso que vi allá atrás?.
—Al parecer conseguiste colarte en el cuarto de las emociones. —La miro sin entender—. También pasaste al pasillo del pasado-futuro, aunque eso deberías agradecérmelo a mi. —La miro confusa. Ella suspira y limpia sus lentes—. Estamos en lo más profundo de tu mente querida, conseguiste pasar por aquellos lugares por mera casualidad. —Comienzo a temblar nuevamente, no me esperaba eso—. Estás aquí porque me ordenaron traerte a este lugar.
—… ¿Acá? —Pregunto, observando a mi alrededor. La mujer asiente con la cabeza—. ¿Quién te lo ordenó?.
Ella sonríe nuevamente —Tú.
—No tiene sentido.
—Tiene un trasfondo cariño. —Me da la espalda y comienza a alejarse—. Estas cosas siempre traen algo consigo.
Mi corazón palpita rápidamente. Estoy asustada. Corro detrás de ella, pero no puedo seguirle el paso. —¿Adónde vas?.
—Debo ir al cuartel, vendré a sacarte cuando me lo ordenen. —Sus tacones se oyen lejanos. Las lágrimas comienzan a caer de mis ojos. ¿Estaré encerrada en mi propia mente sin poder salir?. Solo la idea me causa claustrofobia. ¿Yo cree esto?, ¿Qué hice mal?. Un nudo firme se forma en mi garganta, los sollozos no tardan en llegar. ¿Podré salir de aquí?.
Su voz interrumpe mis pensamientos. Puedo percibir la sonrisa en su voz. —Ya deberías saberlo…

Categoría III-IV Medio:

Inexorabilidad
Rodrigo Geo Herrera G.




Era una apacible tarde de otoño y en el parque una sensación de gozo, casi contenido, se respiraba. El hombre sentado en ese banco, observaba con minuciosa y casi religiosa rigurosidad lo que sucedía a su alrededor. La imagen no tenía nada de espectacular, pero como sabemos las acciones más simples son las que más belleza guardan.
Los niños se deslizaban por el resbalín, mientras sus madres observaban preocupadas, otros corrían gritando por dios sabe qué motivos, entretanto los más introspectivos buscaban tesoros en la gravilla. Los colores del atardecer se mezclaban a ratos con las hojas de los marchitos árboles dando a este parque una sensación bucólica, casi atemporal, nada permitía intuir que ese equilibrio de acciones, que parecía durar una eternidad, podría ser alterado.
Hasta que llegó ella.
Se sentó a su lado, y ese disfrute que sentía el hombre mirando la escena se esfumó. Aunque en apariencia nada había cambiado, un elemento detonador había aparecido sentenciando la jornada.
Este elemento era un palpitante ritmo. Todos los sonidos hasta ahora eran en realidad uno solo. Los gritos de los niños, el viento meciendo las ramas, los autos pasando, las hojas cayendo. Todos ellos se combinaban en un bullicio perfecto, una lenta melodía invariable y perfecta que vino a ser destruida por ese atrasado contrapunto. A pesar de que por momentos se oía una leve complementariedad, era rápidamente destrozada por esa inconsistencia típica de las almas en pena. Lo que se escuchaba eran los desesperados latidos de un corazón, que no podían presagiar nada bueno.
El velo de la fatalidad cayó de nuevo en los ojos del hombre, ante el desmoronamiento de su pequeño universo de felicidad, la única posibilidad frente a este cambio de eventos, era una tragedia.
Lo extraño era, como esa invariabilidad inicial de la escena parecía intacta, en lo visual solo se había añadido un elemento, que parecía casi complementar el cuadro. El problema se revelaba, al escuchar. Mientras más lo hacia el hombre, más se daba cuenta del macabro patrón.
Los desiguales latidos, se dispararon cuando una niña empezó a saltar entre las piedras, parecía que con cada paso que daba y cada salto, a su compañera de banco se le volcaba el corazón. Esa inofensiva acción, se teñía de tragedia solo por unos discordantes latidos, como si la niña pudiera dar un paso en falso y caer. La frecuencia del bombeo de su corazón delataba un oscuro porvenir, como si a cada cosa que mirara estuviera destinada a sufrir los peores horrores imaginables.
La situación se empezó a volver más desesperante cuando un grupo de chiquillos empezaron a disputarse los pocos columpios de la plaza. Su corazón entonó una melodía de resignación y tristeza, ya ni siquiera era la desesperación de que algo pasara, se asumía que la tragedia iba a suceder. Uno de los tantos infantes iba a sufrir las consecuencias de que ella hubiera posado su mirada en ellos. Mil imágenes pasaron fugazmente por su cabeza, el columpio impactando un cráneo, un niño cayendo desde las alturas; sin embargo lo que más lo alteró fue el revuelo que se produciría tras la hipotética desgracia.
Se planteó huir y así evitar más alteraciones a su templo de contemplación. La tristeza de esta acción lo deprimía profundamente, sin embargo no encontraba solución posible ante la funesta situación que se le presentaba.
Se prestaba a levantarse, cuando una nota lo sobresaltó. Era algo totalmente diferente a lo que había escuchado hasta el momento, no expresaba desesperación ni tragedia, aunque difícil de identificar, su entrenado oído vislumbró. Sorpresa. La emoción se filtraba entre los ritmos cardiacos, era casi como si todas sus preocupaciones hubieran sido por nada. Este ritmo encajaba tan bien con la melodía del entorno, que ya no concebía ese parque sin esos latidos, era la consumación de la perfección que buscaba hacía ya tanto tiempo. Mientras se giraba para contemplar la obra finalmente completa, notó como borbotones de sangre se escapan desde su cuello y resbalaban rápidamente por sus brazos, casi como los niños que disfrutaban del resbalín, nunca imaginando como ese hombre, en búsqueda del cuadro perfecto, salvó sus vidas.

PRIMERA MENCIÓN HONROSA.

Categoría 6-7 Básico:


Robasueños
Rita Gálvez K.



                                                                                              
Allí estaba él, Patrick, sentado frente a su máquina de escribir, en su estudio.  No le salían las ideas, después de su gran éxito “Robasueños”, los editores le habían pedido que escribiera otro libro. De repente, mirando una gran obra de Dalí, pensó: “Ojala pudiera soñar igual que Dalí, y convertir mis sueños en maravillosas historias, al igual que Dalí hacía con sus pinturas”; entonces fue cuando se le ocurrió: tal vez podría meterse en la mente de otra gente y robarle los sueños tal como en su libro. Esa noche no durmió pensando en su plan: inventaría una máquina que le permitiera estar conectado a una persona que estuviera soñando y meterse dentro del sueño. Le llevó dos semanas planearlo todo e inventar la máquina, aunque pudiera estar conectado durante dos minutos al sueño de otra persona, el tiempo se multiplicaría por cien y él podría conseguir toda la información que quisiera. Decidió hacer una prueba con un mono, y pudo ver lo que soñaba un mono: nada. Los tres días siguientes pensó que su plan había fracasado, pero para estar seguro quiso probarlo en la mente de un humano, y así lo hizo… a la semana siguiente lo estaba probando en la mente de Marie, su mejor amiga, exponiéndose al riesgo de caer para siempre en el “Blanco”, un universo alterno donde no había nada. Por fin pudo entrar al sueño: estaba ambientado en el desierto y había muchos seres extraños de patas largas, caminando en fila, él sacó su libreta y empezó a anotar todos los detalles, estaba tan concentrado que no se dio cuenta de que una de las extrañas criaturas lo había pisado. Aquel fue su fin. Quedó muerto, tumbado sobre ese mar de arena. A partir de ese momento él no recuerda nada, lo único que sé es que cuando lo vi tumbado en medio de la nada supe que no era la única atrapada en el “Blanco”, supe que Patrick también estaba ahí, como siempre desde que éramos niños, él había estado acompañándome.
Marie Jones.

Categoría 8º Básico:

Poemas para Mila.
Andrea Aqueveque A.   

                                                


Walt  Baudelaire, hombre de buena familia, muy religioso y un poco arriesgado, se describe a sí mismo como un joven aventurero, siempre en movimiento y sobre todo apasionado.
Es un poeta joven en busca de inspiración, y como muchos poetas, escribe lo que está viviendo, siempre dice que quiere lograr algo como “Poesía vivida”, libro de Ernesto Cardenal, pero sobre sus propios momentos preciados.
En un viaje a Rusia, luego de hospedarse en el Hotel Baltschug Kempinski, se dirigió a la Catedral de San Basilio, lugar donde conoció a una hermosa joven, con ella intercambió miradas, y a ratos, pequeñas sonrisas. De aquella muchacha se enamoró al instante. Se acerco a hablarle, solo para decirle que a él, sí, a él, el que escala montañas para inspirarse con el paisaje, el que está fuera de su hogar todo el año, el que si quiere duerme bajo la luz de las estrellas, el que no tiene ni nunca ha  tenido amigos, sí a él, su sola mirada lo hace temblar...  luego de algunas horas de su encantadora charla, ya era muy tarde como para continuar, así que quedaron en verse el día siguiente en la adorable Plaza Roja.
Walt se fue caminando a su lujoso cuarto de hotel, en donde, al llegar, escribió algo más o menos así:

                                             Tal vez maña
                                                                                    A… ella
Nunca de amor estuve tan contento antes de conocerte,
En mis largos viajes por el mundo, nunca me sentí tan acompañado,
Ahora que te conozco, ahora que te siento por primer vez, querida,
Ahora que sé tu nombre, ahora, no te quiero dejar.
                  
Sin ti, ni diré ni pensaré nada,
Y tampoco tu amor infinito me subirá hasta el alma,
Sin ti, aunque ahora tengamos poca distancia,
Ya me siento solo otra vez.

Tal vez, mañana sientas un beso diminuto sobre tu mejilla,
Tal vez mañana sientas un escalofrío que te recorre todo el cuerpo.
Tal vez mañana me sientas como yo te siento.

 Tú cerrarás tus ojos en ese momento,
Pero no podría llegar más allá, querida,
Jamás sin tu permiso.

Cuando terminó aquel poema, Walt, durmió toda la noche, durmió como cuando al fin aterriza el avión hacia el lugar de destino, y vas a dormir sin más al hotel, el único propósito de aquel primer día de llegada. Al día siguiente Walt estaba más ansioso que nunca antes, estaba tan nervioso por ver aquella carita, que antes de mediodía, ya estaba en la Plaza elegida por ambos el día anterior.

Al llegar lo primero que divisó, fue a la señorita rusa, la que el día anterior, había dicho tener como nombre “Mila”. Ella traía puestos unos jeans azules, una camiseta, y un polerón morado claro. Era una mujer sencilla, algo loca, de enormes ojos azules y largo cabello negro. Ella al verlo, se quedó paralizada, ¿acaso se había arreglado para ella? Él, con su cabello café notablemente peinado, sus dientes Pepsodent y su bellísima chaqueta elegante, la miraba con ojos de distraído, ojos distraídos por la belleza que él veía en ella.
Él la saludo con un diminuto beso en la mejilla, el cual a ella le recorrió todo el cuerpo. Hablaron largo rato y luego no lo dudaron y fueron por un café a  “Coffee House”, donde pasaron todo el día unidos como uno.
Ya muy tarde, volvieron cada uno por su camino. Quizás Walt ya había encontrado la inspiración, el motivo sobre el cual escribir… Ya en su cuarto de hotel, inspirado por el momento, por el momento de su corazón aún afectado por la ex presencia de su Mila, le escribió esto:

                                Día dos
Ya podemos olvidar las formalidades,
Que si yo te atraigo de alguna manera dímelo,
Pues yo podría terminar diciéndote
Algo más importante.

Quiero ver cómo me ven tus ojos,
Que si quieres saber sobre los míos,
Podrían narrarte todo el día historias extraordinarias.
Todas, sobre ti.

Ya casi es hora de que empiece a dedicarte mi insomnio,
Porque algunos  tienen en quién pensar, y  otros tienen en quién soñar,
Suerte yo primero te pienso y luego te sueño, Mila.

¿Crees que tal vez tengamos algo?
O puedes llamarme loco,
Pero aquel beso en la mejilla, me ha dejado pensándote aún más.

Walt, ya no tenía ni un minuto sin pensar en ella, todo el día estaba con ella, todo lo hacía por y con ella, y todo, se lo inspiraba ella. A Mila, que ya había leído los poemas que ella inspiró, le encantaba cada palabra que Walt le dedicaba, ya era por hecho que se amaban el uno al otro. Era el último día de Walt en Moscú, y por la mañana escribió otro poema para Mila, pues sabía que no la volvería a ver, sería su forma de decir adiós. Entonces fue a encontrarse con ella, la tomo de la mano y le dijo:
-Te prometo que nunca dejaré de escribirte a ti, Mila, aunque mi alma se quede sin tinta. Volveré por ti luego de mi viaje a San Petersburgo.
En ese momento le entregó un sobre que contenía ese último poema, que él escribiría para ella, el último poema que él escribiría para ella mientras podía verla a los ojos. Y justo entonces ella lo besó, se dio la vuelta y volvió por donde vino.

Walt, al volver al hotel, pensó si ella estaría leyendo lo que él le había escrito, y la respuesta era sí, y el poema decía:

Mila, tú, a veces tan despreocupada,
A veces tan alegre, a  veces tan triste,
A veces tan mala, a veces tan divertida y despeinada,
Sigues siendo mi persona favorita, y no me atrevía a decirlo, pero te amo.

Sé que tú estabas loca por mí, y yo no podría existir sin ti.
No era amor, tal vez un poquito más grande que eso,
Y solo nosotros lo comprendemos,
Cuando nuestras miradas se tropiezan.

Como mis labios, que no pudieron decirte te amo,
Quiero que mi corazón lo repita,
Cuantas veces yo respire.

Y para la eternidad, de mi parte,
 Solo quedarán los poemas que he escrito a Mila,
Mi único regalo para ella.

Y ahora Walt, tomando el tren desde Moscú a San Petersburgo, piensa en Mila, su primer amor, o por lo menos así lo sentía él. Sentado completamente solo en el vagón, recuerda lo que es y se dice a sí mismo en voz alta:

-Querido Dios, la única cosa que te pido, es que la protejas y mantengas ahora que no estoy a su alrededor, porque estoy muy lejos, todos necesitamos a alguien que nos sea fiel para siempre, y es exactamente lo que yo seré. Porque la dejé justo cuando la encontré, ella es mi inspiración. ¿Cómo podría vivir sin la que amo? El tiempo y el lugar siempre estarán en mi mente, tengo tanto que decirle pero está muy lejos- mientras se decía esto veía imágenes de Mila en su cabeza, y siguió diciendo- ¡Te amo! ¿Estábamos listos? El dolor es lo suficientemente fuerte. Pero te veré. Tan lejos, y necesito, y necesito que sepas, tan lejos y necesito que sepas…

Categoría I Medio:

El zorzal 
Sofía Araya A.   


Hace cientos de años, aún cuando el hombre no invadía el habitáculo terrestre, existía una colina de enriquecedoras características a no más de un par de kilómetros del litoral central, teñida en prados y adornada en matices índigos esta siempre se presenciaba, las gacelas galopaban matutinamente dejándose ver por el resto de los animales, mientras que en las vías aéreas las magníficas aves emitían una gratificante armonía meliflua en cuanto el sol se dejaba vislumbrar tras las colinas. Fue en esos tramos de la tranquila vía animal que en un arce un zorzal dio su primer respiro, con el pecho inflado y de un color agrio; protegido por sus padres el zorzal creció fortalecido y preparado para cualquier abatimiento.
Era un ave sencilla, como cualquier otra, capaz de volar junto al resto de los zorzales hasta ciertos tediosos límites de la purificada atmósfera. Sin embargo, el pequeño de alas grisáceas perpetuamente subsistió con la  intriga colectiva de que yacería aún más a lo alto de las hostigadores nubes más bien parecidas a un nimbo repleto de algodones de azúcar.
-       Somos aves, no podemos volar aún más alto que algunos superiores a nosotros, somos incapaces de romper las cadenas de nuestros límites. No lo intentes, pequeño, no valdría la pena terminar como el viejo del hueco del arce. Es inútil. – Mencionó el abuelo ante la pregunta que su único nieto le había manifestado minutos pasados.
-       ¿Así de fácil era darse por vencido ante lo inferiores intervalos de vida? – Se cuestionaba el pequeño ante la infortunada respuesta que el anciano le había escupido sin ninguna esperanza del triunfo del más joven de aquella familia de zorzales.
Tres jornadas habían transcurrido desde aquella plática que desganó las esperanzas de desencadenarse de aquellas imposibilidades, el individuo volaba por debajo de las nubes completamente abatido, su vida era tan tediosa y monótona junto a los demás zorzales, incluso deseaba haber nacido como un cóndor tan grande que hasta el mas indefenso pez del lago adyacente temiera de su existencia en aquella colina, no obstante, con su infortunio ni un diminuto insecto temería y admiraría su presencia en el hábitat del litoral.
Todo aquello cambió al cuarto día, cuando el ave volaba hasta su nido tras un agotador día de práctica, en el recorrido, se encontró con un ave peculiar, de similares características a las propias, con un pecho inflado y de un color agrio, con alas grisáceas y con el resto de su plumaje matizado en tonalidades obscuras al igual que sus delicadas alas. Aquella hembra parecía malherida y su vuelo comenzaba a descender hasta un árbol cercano a ellos. El individuo la siguió discretamente hasta un árbol cercano a ellos. El individuo la siguió discretamente y en cuanto el pequeño cuerpo se posaba en una rama anticuada, el zorzal se encomendó a socorrer en lo que fuese a la adversaria.
-       ¿Estás bien? – Preguntó el individuo algo curioso, no era común que a esas horas una hembra descansara en las arboledas.
-       No… estaba volando cerca del lago hasta que alguien tropezó conmigo. No recuerdo quien, solo sé que poco a poco comenzaba a descender hasta llegar aquí.
-       Ya veo… ¿estás herida?
-       Mi ala está lastimada, pero en unos minutos ya verás que estaré mejor. ¿Tú qué hacías por estos sectores? – Interrogó la pequeña con cautela.
-       Iba en camino a casa luego de una práctica que no vale la pena. – Respondió el zorzal esta vez soltando un suspiro que se acompañaba con un inaudible silbido.
-       ¿Práctica?
El pequeño zorzal vaciló y pensó reiteradas veces en si responder o no a aquella interrogativa, quizás ella sería igual a los demás zorzales que no le tenían ninguna piza de esperanza.
-       Sí, práctica. Quiero sobrepasar las nubes, sin embargo para el resto es una mera locura y ya asimilé lo imposible que es.
Los ojos de la pequeña esta vez se abrieron con entusiasmo, y una vez que el individuo dejó de mencionar palabra alguna la pequeña con inercia dio un brinco y se acercó al pequeño.
-       Ese también fue mi sueño por un tiempo, pero mi madre al temer por mi salud me negó sobrevolar las ramas que cubrían nuestro nido, así fue como poco a poco fui dejando mi sueño de lado y acabé por dedicarme a lo que toda hembra hace, lamentarse de su tediosa vida en la espera del macho que sustente su vida. Esto ya es solo un sueño, es imposible llegar a esos tramos de la atmósfera, no somos tan grandes como algunas otras aves, somos pequeños, indefensos y lo único que hacemos es cantar día a día sin que nadie valore nuestra melodía. Creí estar loca, pero al parecer no soy la única.
-       Así es, somos indefensos y diminutos, sin embargo podemos cambiar nuestro destino. ¿Qué tal si emigramos a un lugar lleno de aves iguales a nosotros? Dementes, soñadores y en un hábitat más gratificante que este desolado y amargo sitio. Nadie notará nuestra ausencia.
-       Me parece una idea grandiosa. Te esperaré aquí mismo antes del amanecer.
El zorzal asintió y se despidió de la pequeña hembra que parecía haberse mejorado de inmediato. Desde aquel día ya no viviría bajo los regímenes de esas aves desagradables. El viviría feliz, en un ambiente puro y lleno de oportunidades de disfrutar la vida al máximo junto a una extraña que parecía haberla conocido desde el día que nació. Quizás su sueño no pudo haberse cumplido de inmediato, pero estaría seguro que algún día lo lograría en ese soñado lugar que tanto ansiaba.
La madrugada ya se acercaba y el zorzal poblaba hasta la anticuada rama. Al llegar, la pequeña parecía no llegar hasta el encuentro y en cuanto el individuo vacilaba más el sitio la hembra parecía estar recostada en una rama más abajo que la acordada, el zorzal descendió hasta allí y con su ala palpó el cuerpo de la fémina, el cual parecía no moverse por nada, sin embargo al visualizar su propia ala parecía haberse manchado con sangre. El individuo insistía en hacer reaccionar a quien sería su acompañante el resto de su vida pero no hubo remedio, su herida había sido muy grotesca que quizás al volar había dañado aún más a la pequeña.
El pequeño, devastado, dejó un par de flores y ramillas viejas sobre el cuerpo de la individua y en conmemoración a su propio sueño y al de la fémina emigró hasta un par de colinas más lejanas al litoral, donde comenzó a relacionarse con cóndores que lo llevarían hasta su ansiado punto de llegada. Allí sería donde su misión estaría cumplida y podría marcharse junto a su difunta amiga, llevándose junto a su alma un par de hazañas que callarían a todo quien que no tuvo esperanza en su triunfo que cumplía el sueño que ambos individuos tanto habían anhelado al cabo de toda su acortada vida.

Categoría II Medio:

Ella mi sueño.
Vania Fernández L.



Una melena negra hasta los hombros, pestañas y cejas del mismo color. Ojos pequeños y cafés. Por último sus labios rosados que hacían contraste con su tez morena. Así era ella.
Todos los días del año, mientras entraba por la puerta de la sala, se ganaba la mirada de todos mis compañeros, incluyéndome. Su simpatía, inteligencia y la bella sonrisa que ponía cuando explicaba las cosas. Lo mejor de ella, es que Magdalena era mi amiga, vecina y compañera. Observar sus bellos ojos achinados al sonreír me causaba felicidad todo el día.
Podría animarme a decir que quizás, solo quizás, tuvimos una historia mágica.
Todo comenzó el veinticuatro de julio, la fecha de mi cumpleaños. Llegué al colegio y ella me esperaba en la sala con un pedazo de torta y encima de esta una vela. El corazón me latía a mil por hora y lo sentía palpitando en todos los rincones de mi cuerpo. El fuego se reflejaba en sus ojos, que, empequeñecidos por la luz, se fijaron en mí.
 Yo la amaba y me lo decía mi corazón cada vez que la veía. Me lo insinuaba a gritos pero yo lo ignoraba. Entonces sentí esa gran necesidad de la que hablan los jóvenes enamorados. Quería tenerla a mi lado, abrazarla, besarla y repetirle incontables veces lo mucho que la deseaba.
Le sonreí tímidamente y apagué la vela.
-  Eres lo mejor, Mag.
-  ¡No me gusta que me digas así!- reímos- tú también eres lo mejor, Vi.
Antes de que pudiera seguir con la conversación llegaron nuestros compañeros y así comenzó nuestra jornada escolar. Mi mente estaba en Magdalena, solo me dedicaba a verla escribiendo en su cuaderno, como fruncía su ceño al no entender algo, levantar su cabeza, de vez en cuando, por el nerviosismo que le provocaba mi mirada.
Cuando por fin tocaron el timbre indicando el fin del día, me apresuré lo más que pude para alcanzarla. La tomé del brazo y cuando volteó para mirarme, su fresco aroma llegó hasta mi nariz ¡qué linda era!
-  Magdalena, hoy haré una once en mi casa, por mi cumpleaños, y en serio no te imaginas lo mucho que me gustaría que pudieras ir.
Ella se rió y yo me sentí tan tonto al hacer la pregunta.
-  Por supuesto, cuenta conmigo.
Automáticamente una sonrisa se asomó en mi rostro. Estuve contando las horas hasta su llegada. Ordené toda mi casa, limpié las baldosas, lustré los muebles, hice mi cama, barrí mi pieza y me volví a bañar.
 Llegó toda mi familia pero ella no. Esperaba impaciente, miraba cada tres segundos por la ventana, hasta que vi su lindo cabello y sus labios rosa asomarse. Corrí hasta la puerta principal y antes de que tocara el timbre yo la estaba esperando. Entramos, saludó a todos, comió un poco de torta y subimos la escalera hasta mi habitación.
Nos sentamos un rato en mi cama y hablamos de cosas insignificantes. Yo estaba nervioso, confundía las palabras, se me enredaba la lengua y me reía como tonto.
-  Juguemos a algo Magda, un juego de secretos. Tú me cuentas tu mayor secreto, y yo el mío.
Me miró con sus hermosos ojos y sonrío tímidamente. No podía dejar de pensar en lo hermosa que era. “Observa detalladamente” me dijo casi susurrando. Fijó su mirada en la silla de mi escritorio, dijo unas palabras en un idioma desconocido y ahora en vez de la silla había una rama de árbol con unos cuantos brotes de hojas en ella. Me quedé sin palabras. ¿Qué significaba eso?
-  Te conté mi secreto, ahora es tu turno.
Mi silencio fue su respuesta. No sabía qué decir y mucho menos sabía lo que había pasado. Pero ella me conocía y sabía que con su bella sonrisa me volvía loco y eso hizo, me sonrió y las palabras fluyeron mágicamente de mi boca.
-  Te amo Magda, me gustas, me encantas, sueño contigo todo el día y solo quiero abrazarte y besarte.
Estaba esperando que riera, pero en vez de eso se acercó a mí y me besó. Cuando la veía mi corazón latía rápido, pero los latidos de ahora no tenían comparación. “¡Te amo! ¡te amo! y ¡te amo mil veces!” pensé. Al separarnos no podía creer lo que había pasado y ella con sus ojos chinos me miró.
-  Yo también, Vi.
En ese mismo instante caí rendido a sus pies y ella lo notó. El resto de la noche hablamos, reímos y cada vez que escuchaba su voz o sentía su aroma, quedaba más enamorado de ella.
La mañana siguiente me desperté, me arreglé y me dirigí al colegio, pensando que todo había sido un sueño, me senté en mi puesto y miré la puerta. Cada segundo que pasaba mirando la misma puerta ¿por qué no llegaba? Aguanté la curiosidad y al finalizar la clase me acerqué a su grupo de amigas y les pregunté por ella, me miraron asombradas y me dijeron “¿Quién es la Magda, Vi?” las miré sorprendido. Me acerqué a los profesores con la misma pregunta y me respondieron de la misma forma, me alejé pensando que me estaban jugando una broma pesada. Caminé hasta mi casillero, abrí la puerta y sentí el refrescante aroma de Magda, vi una nota, la tomé y leí en voz alta “tú no me olvides”. Miré perplejo la hoja sin saber qué hacer, pero cuando la volví a dejar en el interior del casillero esta se convirtió en millones de hojas diminutas.
Hasta el día de hoy la recuerdo y podría animarme a decir que quizás, solo quizás, tuvimos una historia mágica.

Categoría III-IV Medio:

El día que desperté.
   Gabriela Endara P.




Un día desperté. 

Quizás pienses que no es nada importante, mucho menos que pueda convertirse en una gran historia, digo, despertar es algo ordinario, algo que hacemos todos los días ¿qué tiene esto de especial? ¿qué tiene esto de diferente?

Pues que desperté querido lector, así, sin más, sólo desperté. ¿Qué? ¿pensabas que era una linda historia sobre como despertaba del letargo de mi vida? ¿qué me había dado cuenta que en vez de vivir estaba meramente existiendo? ¿Qué el rumbo de mi vida estaba en mis manos y que afuera había todo un mundo por recorrer? Bueno quizás, pero esa es historia para otro día, si es que nos volvemos a ver, si es que puedes lidiar con lo que estoy a punto de contarte… ¡Vamos! No te desconcentres que esta historia en verdad promete.

¿En qué estaba? ¡Ah sí! Que desperté, el cantar de los pájaros indicaba que un nuevo día había comenzado, abrí primero mi ojo izquierdo ¿o fue el derecho? Bueno en verdad eso no importa mucho...aunque sí, creo que fue el derecho... la cosa es que antes, debo advertirte que ésta no es la historia narrada tal y como pasó, le he añadido uno que otro detalle para hacerla más interesante ( no es que necesite hacerlo, de por sí es muy interesante, créeme) partiendo con que puede que no era una bella mañana sino que era una madrugada oscura de esas que te deprimen porque no quieres abandonar la cama, ella te seduce y bueno, uno no es de fierro, la carne es débil ¿qué esperaban? Y respecto a los ojos…bueno para qué decir que lo único que quería era mantenerlos cerrados ¡ERAN LAS SEIS DE LA MAÑANA! ¿quién en su sano juicio se despertaría feliz a esa hora?…
¿QUÉ? ¿Que por qué te miento? Hey basta de resentimientos, era para ponerle sazón a esto, supera y avanza, ¿cómo es eso de que ya no confías en mi? ¿pero que querías que hiciera? ¿que dijera "la oscuridad aún no se marchaba ya que la luna se había enamorado de un humano y a pesar de que era hora de marcharse quería quedarse hasta que los rayos del sol finalmente los separara?"  Oh bueno, si ha quedado algo lindo...pero déjame terminar la historia, valdrá la pena, de hecho te aseguro que saldrás saltando en una pata y diciendo ¡oh dios míos esa historia ha cambiado mi vida, no puedo ver al mundo con los mismos ojos, gracias narradora por enseñarme el secreto de la vida!...¿AHH? ¿Cómo que no sabías que era una chica? ¿Acaso te parece que escribo como macho? AH NO. Te quedaste sin tu historia. Me viene a ofender a mí el perla, ¿qué se ha creído este? ¿Ah? ¿Que lo sientes? Siempre lo mismo, rompe algo y dile que lo sientes a ver qué arregla eso.  quien está rogando ahora. 
Bueno… quizás me apiade un poco de ti... porque ya sabes, yo podría elegir a otro lector ¿o es que te creías tan importante como para creer que tú me escogías a mi? Já, por favor, no me hagas reír. Hay gente tan ingenua en este mundo…Esta bien, cómo insistes, luego de tu descarada interrupción proseguiré con la historia que cambiara tu vida. Eso te lo aseguro.

Entonces como decía, aquel día desperté, aunque más que día parecía noche ¿ya te conté que estaba medio oscuro no? ¿sí? ah ya, era por si no había quedado claro.  Ahí estaba yo hecha un burrito con todas las frazadas que tenia, supongo que también mencioné que hacía frio, ¿no? bueno, hacía frio cuando de pronto… no podrás creer lo que pasó ¿sabes lo que ocurrió?...no, en serio, ¿sabes lo que ocurrió? como que tanto darle vueltas al asunto perdí el hilo, se me ha olvidado la historia…¿trataba de una niña que perseguía a un conejo blanco? nono me parece que no… ¿quizás de un niño que se crió en la selva?…mm no… ¡ah sí! de un niño que dibujaba un elefante devorado por una boa pero que los adultos pensaban que era un sombrero pff ¿puedes creerlo? ¿un sombrero? sisisi ya sé que esa no es mi historia pero ¿podemos detenernos un momento? ¿Por qué los adultos ven lo que quieren ver? ¿Por qué siempre se van por el lado simple?¿ que hay de ir más allá de las cosas? pero bueno esto no es un ensayo….esto es un..humm. un cuento, sí, un cuento, ¡que trataba de aquel día en el que desperté! pero antes ¿no crees que he hablado mucho? o más bien ¿he escrito mucho? mejor háblame de ti, de tus aspiraciones, de quien quieres ser en la vida! ahh uuhh ahamm...interesante…zzZZzz….¿qué? ¿qué? ¿dormida yo? ¡Cómo se te ocurre! ¡hey no te ofendas! ¡pensé que éramos amigos! sisisi ya iré al punto de mi historia, lo prometo. Nooo no te vayas mira mira que ahora sí que si me acorde.
Aquella mañana desperté, y al salir de la cama (para qué te cuento lo que me costó) sentí como si me faltaba algo, como si me hubieran robado algo preciado (¿ves como esto ya va tomando forma?) De pronto escuché un ruido y mi corazón empezó a latir a mil por segundo, me asomé por la puerta….y  me di cuenta de… que sólo era mi gata que quería salir de la casa. Un tanto desilusionada de haber perdido la adrenalina que había ganado esa mañana decidí ir al baño y tomar una ducha, ya eran las 7:15 y entonces sucedió aquello que has esperado que te cuente…. de hecho fue tan desconcertante que no se si tu pobre corazoncito pueda con ello, digo, el mío apenas pudo. ¿pero aquí estoy no? Sanita sanita.
Y como decía…¡OH ESPERA, MIRA! ya se nos está acabando el espacio las tres hojas se están acabando y considerando que debo poner el seudónimo… oh no…¡LECTOR YA NO NOS QUEDA CASI NADA DE ESPACIO! ¿CÓMO QUIEREN QUE TERMINE LA HISTORIA ASÍ? Está bien lo intentaré, sólo porque me empezaste a caer bien…mmm.. y… bueno.. Como decía… AGHH ¡NO PUEDO TRABAJAR BAJO PRESIÓN! ¡ME PONGO NERVIOSA! OKOK. Respira inhala…exhala…¿Qué? ¿cuándo el espacio se volvió tan pequeño? nonono aún falta la parte importante de la historia sino nada tiene sentido.
Entonces me di cuenta de…. ¡¡pero antes!! ¡lector! si no te vuelvo a ver dile a mi familia que la amo…¿Cómo que no sabes cuál es mi familia? ok , tienes razón no hay tiempo para discusiones, bueno querido lector, si ésta es la última vez que nos vemos déjame decirte que en verdad verdad verdaaad me caíste bien. Sigamos.
Entonces me di cuenta que...aquel día (que más bien parecía noche) donde abrí primero el ojo derecho (porque si, finalmente lo recordé) aquel día en el cual había sido víctima del susto ocasionado por mi gatita y que tras esa desilusión me había ido a bañar resignándome ante la fatal falta de emoción…habiasidoundíadomingo.